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Bahía de los Glaciares, el destino que preserva Jaeger-LeCoultre

Este fiordo de más de 100 kilómetros al sureste de Alaska es Patrimonio Mundial de la Unesco y la relojera participa de su protección.

El Parque Nacional de la Bahía de los Glaciares es uno de los rincones más hermosos de América del Norte. Está situado en el suroeste de Alaska y, como su propio nombre indica, tiene en su territorio hermosos glaciares, algunos de los pocos que aun quedan en la región, situados en un gran fiordo de 105 kilómetros de longitud. Allí, además, se encuentra la última pradera de bosque húmedo del continente, lo que explica, junto a otros motivos, que el área sea protegida y, además, Patrimonio Mundial de la Unesco.

Hace dos siglos, la bahía estaba completamente ocupada por el Gran Glaciar del Pacífico. Al retirarse cerca de 95 km. durante dos siglos, apareció una veintena de glaciares más pequeños, 16 de los cuales descienden hasta el mar. Navegar por las aguas del fiordo permite un espectáculo único de la naturaleza, del cual disfrutan no solo los navegantes, sino también una de las faunas marinas más ricas.

Con veranos húmedos y frescos e inviernos húmedos y templados, aquí viven más de dos centenares de especies de aves, otras tantas de peces, casi 30 tipos de mamíferos... Una lista en la que reinan la ballena jorobada y el halcón peregrino, ambas amenazadas en la región con un alto riesgo de extinción.

Este maravilloso lugar ha sido el elegido por la relojera Jaeger-LeCoultre para protagonizar la relación que une a la firma helvética con la Unesco. Así, cada año se destaca uno de los diferentes sitios marinos y este 2015, coincidiendo con el Día de la Tierra, se presentó un vídeo producido por la maison rodado en la Bahía de los Glaciares. En él, con el cronógrafo Geophysic E 168 de invitado, se recorre parte del Parque Nacional con Mark Kelley de fotógrafo, un explorador que pasó allí más de 200 días retratando y filmando un rincón único.

Emularlo no es demasiado complicado. Actualmente es posible pernoctar dos noches desde 50 dólares en un pequeño hotel-lodge junto al Parque Nacional que, además del desayuno, incluye un tour especial en barco por el fiordo. Además, se suma a la posibilidad de hacer senderismo por los glaciares, navegar en catamarán, montañismo, avistamiento de aves y ballenas... Todo un sinfín de aventuras que no querremos que acaben nunca. Ojalá se parara el tiempo en Alaska.