El obús que perforó el corazón de Wadji Mouawad tirotea los Teatros Luchana.

Parece que las tablas españolas se han encaprichado del teatro poético de Wajdi Mouawad. Este dramaturgo de nombre imposible, origen libanés y afincado en Montreal desde los 14 años, apenas sonaba en nuestros escenarios cuando, en 2012 Oriol Broggi incendió la escena barcelonesa con una potente versión de Incendis. La primera parte de una tetralogía sobre el exilio y la búsqueda de las raíces cuya representación marcó el inicio de la repentina (hoy más que justificada) pasión por los textos de Mouawad.

Justificada no sólo por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta. Porque este dramaturgo de nombre impronunciable, más habituado al desarraigo que a la calidez del hogar, halló en el teatro ese algo con lo que recrear el espacio de felicidad de mi infancia. Justificada porque Broggi ha continuado descifrando los matices y entresijos de las tinieblas del niño sin patria al que sus padres sacaron de su Beirut natal al principio de la guerra civil libanesa, a través de la puesta en escena continuada de la espiral iniciada aquel febrero de hace cinco años. Y sigue poniendo en pie al público que abarrota los teatros que pisa con las sucesivas partes de la tetralogía La sangre de las promesas.

Justificada también porque, pese a los fantasmas del destierro y las consecuencias de una guerra cruel que siempre le han perseguido, Wajdi Mouawad huye del melodrama y el victimismo. Sus textos rezuman una potencia desgarradora que no se deja nublar por los ecos del resentimiento. Al contrario. En ellos siempre se atisba una dosis de esperanza, una porción de perdón lo bastante contundente para desbaratar todos los planes del odio y la venganza. Porque el escritor libanés sabe cómo convertir en poesía el dolor que sintió cuando un obús le taladró el corazón a los ocho años.

Estrenada en noviembre de 2014, Un obús en el corazón permaneció varias semanas en el Teatro Alfil de Madrid. Tras su regreso el pasado mes de enero a los Teatros del Canal, la obra de Wajdi Mouawad estalla de nuevo en los Luchana. Y es Hovik Keuchkerian, bajo el mando de Santiago Sánchez, el actor que encarna la voz de Wahab en una noche helada, en una ciudad extraña. Una voz que también puede ser la de Mouawad. O su propia voz. La del niño de tres años que también salió de Beirut en brazos de sus padres —armenio él, española ella— huyendo de la misma guerra que el autor del texto que hoy interpreta. Aunque no se acuerde de aquello.

Un obús en el corazón de Wadji Mouawad. Dirección: Santiago Sánchez. Con: Hovik Keuchkerian. Teatros Luchana. Del 28 de abril hasta el 3 de junio. Viernes y sábados.

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