Los que hablan. Teatro de La Abadía. Malena Alterio y Luis Bermejo.
Escena

Los que hablan regresa al Teatro de La Abadía

Considerada una de las mejores obras de teatro de 2020, 'Los que hablan' de Pablo Rosal vuelve al escenario de La Abadía, con Malena Alterio y Luis Bermejo.

Los que hablan fue uno de los grandes estrenos de la temporada pasada que, bajo la dirección de Pablo Rosal y las interpretaciones de Malena Alterio y Luis Bermejo, se subió a las tablas de la Abadía a finales del mes de octubre. Firmada por el propio Rosal, la obra se presentaba como un “diálogo de la purgación. Un vertedero. El éxtasis de la materia vulgar. Lugar donde relajarse con la evidencia, donde posar y reposar la musculatura de ser alguien. Detritos. Mezclar lo fútil con su sombra. Probar lo humano, sacarlo de sitio, descolocarlo y ejecutarlo y repetirlo como un niño que hace que barre con la escoba”.

Tres meses después —a partir del 19 de enero y hasta el 7 de febrero—, la pieza vuelve al escenario de La Abadía para explorar una vez más el significado del acto de hablar, invitando al espectador a participar del experimento. Porque de eso se trata, de reunirse a charlar, de eludir el conflicto para cooperar en una tarea de lo más apetecible y edificante: (re)crear el lenguaje, los símbolos, regresar al origen.

Los que hablan explora el lenguaje común, el usamos a diario, y también la capacidad de comunicar, de utilizarlo como herramienta identitaria, o de dificultar en mayor o menor medida las relaciones entre las personas. En efecto, en palabras (otra vez) de su director, la obra “es una oda mundana y cómica a la palabra encontrada, a cualquier palabra que nace de nuevo”, a la vez que una búsqueda de “la experiencia del personaje originario del escenario, la experiencia animal del primer hablante”.

En ese trajín, ambos actores —Alterio y Bermejo— se afanan en hablar. Lo hacen sobre una escena desnuda, apenas ocupada por una mesa y dos sillas, dejando toda la puesta en escena en manos de los intérpretes, cuya maestría (que es mucha, ya lo sabíamos) nos conduce justo hasta donde la trama pretende: a replantearnos en qué consiste eso de conversar. Nada más apropiado en un contexto (como el actual) donde parece reinar la polarización y la ausencia de consenso.

Esa es la idea del texto. Escrito en 2015, Los que hablan busca desesperadamente recuperar la comunicación. Para ello se vale del humor y la poesía, del encanto y la pasión de los actores, del compromiso con la palabra, de su fragilidad y su atrevimiento. La obra retrata la vida propia de las palabras, reflexiona sobre los mecanismos del lenguaje desde el punto de vista humano, del placer de hablar, de la angustia de quedarse en blanco, de no saber qué decir. La propuesta es inquietante y, al tiempo, una invitación a jugar, a lanzarse al abismo, a perder la vergüenza.

El teatro es el lugar perfecto para hablar. Hablemos, pues.

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