La voz de Shakespeare es inagotable. Sobresalta, sorprende, reclama, cuestiona. A veces, incomoda. Exige retomar determinados planteamientos vitales, polemizar con uno mismo. También con el resto. La voz de Shakespeare socava, obliga, revuelve. Debilita egos, demuele estereotipos. Por eso, entre otras muchas virtudes literarias e intelectuales, es un clásico. Da igual que lo haga en forma de tragedia, drama o comedia. Da igual el paso de los siglos, la ¿evolución? humana, la tecnología. La voz de Shakespeare, por fortuna, continúa viva.
Puede que sea Hamlet uno de los personajes más desgarradores de los montajes shakesperianos. Una “oda” existencial a la locura y el escepticismo, la más extensa tragedia del dramaturgo londinense refleja una especie de reacción contra el humanismo renacentista y, a la vez, supone un profundo análisis sobre la ambición, la venganza, la (in)justicia. El príncipe danés no es sólo un personaje multidimensional, sino uno de los más redondos y mejor construidos de la historia de la literatura: misterioso, complejo, contradictorio, ambiguo.
Con dirección y dramaturgia de Alfonso Zurro y protagonizada por Pablo Gómez-Pando, esta versión de Hamlet —a partir de la traducción de Leandro Fernández de Moratín— no ha dejado de cosechar éxitos desde su estreno. Un total de 21 galardones, entre los que se encuentran un Premio MAX 2017, el Premio del Público en el Festival Olmedo Clásico 2017, ocho Premios Lorca, seis Premios Escenarios de Sevilla y tres Premios ADE (dirección, escenografía e iluminación).
Fiel al texto original del bardo británico, Zurro sitúa a Hamlet sobre el espacio escénico diseñado por Curt Allen Willmer. Un mundo de espejos que potencian todas sus dudas e interrogantes con esa extraordinaria capacidad shakesperiana de dibujar con palabras el alma humana y alumbrar las sombras más inquietantes. Un mundo reflectante que interpela al espectador y lo coloca frente a la incertidumbre, el miedo al vacío, la nada, el tumulto de la eternidad. Y la ambición del poder. El poder manipulador, corruptor y corrupto, vengativo, asesino... Porque si uno no actúa, otros lo harán.
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Hamlet se podrá ver del 13 al 26 de agosto en el Teatro Fígaro de Madrid. De lunes a sábado a las 20:30 h. y domingos a las 19:00 h. *No habrá función los días 18,19 y 23 de agosto.
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