Cuando Helen Ballentine, o lo que es lo mismo Skullcrusher, publicó su EP de debut allá por el mes de junio, una colección de cuatro canciones intrigantes titulada, simplemente, “Skullcrusher EP” con su compañía discográfica Secretly Canadian/Popstock, era totalmente obvio que marcaba la llegada de algo, y alguien, muy especial. Las cuatro canciones de Skullcrusher transportan al oyente a zonas muy especiales; son oscuras, ensoñadoras y fascinantes de una manera casi hipnótica. Su lanzamiento despertó una inesperada atención internacional sobre la artista de voz suave de Nueva York. Y, para las miles de personas que ya han caído bajo su hechizo, es momento de una nueva celebración, al desvelarse dos nuevos temas: su nueva canción “Farm” y una reinterpretación del clásico de Radiohead, “Lift” - ambas grabadas y coproducidas con su colaborador en Skullcrusher, Noah Weinman.
Ballentine, cuya entrada en la escena musical de Los Ángeles se produjo por la necesidad creativa de dejar su trabajo a jornada completa en una galería de arte para encontrar un lugar en el que se sintiera más realizada, tiene una extensa experiencia en las artes visuales. Sus videoclips reflejan ese hecho, logrando cada uno de ellos crear la atmósfera perfecta para sus canciones. “Farm” no es una excepción. En el vídeo dirigido por su colaborador Silken Weinberg con Angela Ricciardi, Jeremy Reynoso y con la escenografía de Lieyah Dagan, Ballentine aparece como un ángel caído o una bailarina de una caja de música, que se sumergen en el mundo de la interpretación amateur con escenarios de cartón mientras se lamenta por una relación rota. “‘Farm’ fue compuesta en un período en el que reflexionaba sobre mi infancia y mi familia. Su proceso de desarrollo hasta la versión actual estuvo muy ligado a estas reflexiones. Noah y yo visitábamos a mi familia en la Costa Este cuando se tomó la decisión de publicarla unos meses después. Fuimos al estudio de Woodstock, a unas horas de donde crecí, y grabamos la canción en un día. Pude recoger muchos sonidos nostálgicos de esa zona: grillos, cigarras, la playa y el crujir de las viejas casas. Fui capaz de hablar a través de las memorias y las emociones de la canción y de decidir cómo se manifestarían en cuanto a sonido”, explica Ballentine.
Sobre el videoclip, Ballentine dice: “El vídeo también se desarrolló a partir de ideas de mi infancia. Silken, Jeremy y yo queríamos crear algo similar a un teatro para niños, con escenarios y accesorios hechos a mano. Angela lo grabó en super8 en un teatro llamado The Yard. La super8 hace que parezca una grabación casera. Lieyah creó escenarios hechos de cartón para nosotros, para tres escenas: la de un bote surcando las olas en la noche, una escena otoñal en una granja y una caja de música en las nubes. Coreografiamos todos los cambios de escena para que realmente pareciera una actuación en directo”.
Ballentine ha tocado música durante la mayor parte de su vida - piano desde los cinco, guitarra desde el instituto- pero no empezó a componer hasta más tarde. Tras mudarse desde su casa en Nueva York hasta California del Sur para estudiar arte en la universidad, Ballentine trabajaba a tiempo completo en una galería de Los Ángeles, con la idea de continuar en la trayectoria de las artes visuales en la que se introdujo cuando era adolescente. Sin embargo, no se sentía bien, así que lo dejó. Fue entonces cuando se dio cuenta de que componer era la mejor expresión para sus visiones artísticas. Influida tanto por la electrónica ambiental como por Nick Drake, la composición de Ballentine pinta imágenes delicadas y confusas que giran en la intrincada instrumentación. Esta es una habilidad que le ha dado un amplio reconocimiento como una de las más interesantes, e intrigantes, artistas emergentes de 2020.
La cantautora conocida como Skullcrusher escenifica y musicaliza el sentimiento de la añoranza.
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