Benjamin Britten llegó al mundo el día de Santa Cecilia -patrona de la música-, el 22 de noviembre de 1913 en Lowestoft, Suffolk. Fue un niño prodigio que, sin embargo, nunca descuidó su aprendizaje musical. Estudió composición con Frank Bridge y fue discípulo de Arthur Benjamin y John Ireland en el prestigioso Royal College of Music de Londres. Entre su extensa producción destacan las óperas Peter Grimes, La violación de Lucrecia, La vuelta de tuerca y Muerte en Venecia, y composiciones sinfónicas como la Sinfonía de primavera o el War Requiem. También compuso canciones para ser interpretadas por el tenor Peter Pears, que fue su compañero profesional y sentimental. Sin embargo, en los trabajos de Britten destacan especialmente sus composiciones para niños y jóvenes, convencido de que aprender es como remar contra corriente: en cuanto se deja, se retrocede.
Justo al terminar la Segunda Guerra Mundial, una comisión del Ministerio de Cultura británico encargó a Britten escribir una obra para un documental llamado Los instrumentos de la orquesta con el que los estudiantes aprenderían a reconocer fácilmente los sonidos de los instrumentos de una orquesta. Para cumplir con el encargo, Britten decidió componer un tema con variaciones, en la que cada variación mostrara una familia de instrumentos. Recordemos que las variaciones surgieron en el Renacimiento como improvisaciones espontáneas, pero que desde el Barroco fueron escritas para conservarse como demostración de la capacidad inventiva de los compositores. Britten miró al pasado para seleccionar un tema del más grande compositor del Barroco inglés, Henry Purcell, el rondó escrito como música incidental para la pieza teatral de la escritora y espía británica Aphra Behn, Abdelazar o la venganza del moro.
Entre las distintas variaciones se leería una narración escrita por Eric Crozier, libretista de ópera, amigo y colaborador de Britten, con la que describe las distintas familias instrumentales y las características de cada uno de los miembros que la componen. Esta obra, interpretada con narración o sin ella, cumplió sobradamente con el encargo que desde entonces se conoce como The Young Person's Guide to the Orchestra op. 34, obra que lógicamente tiene por subtítulo Variaciones y fuga sobre un tema de Henry Purcell. Una amena guía orquestal para jóvenes de una calidad indiscutible, fundamental del repertorio de cualquier orquesta sinfónica del mundo y que supone una revolución, una apuesta moderna y un hito influyente en la didáctica de la música del siglo XX.