Hace ya un puñado de siglos que se acuñó la frase 'poner en la picota' en un ámbito de dura lucha... Consistía en aquello de subir a lo más alto de una columna la cabeza del reo en cuestión... y en condena. Afortunadamente de aquello no nos queda más que la expresión, a día de hoy seguimos poniendo, metafóricamente, a gente en la picota; y ahora sumamos una nueva acepción, la que nos regala Rafa Morales en un gastrobar que marca tendencia en Madrid poniéndonos en la Picota gastronómica de la capital.
Lo primero que sorprende de La Picota es su diseño, creación de Ramón de Pilar, que se inspira en las galerías de arte ochenteras y pinta un ambiente moderno y sugerente en blanco rojo y gris que marida a la perfección tanto con la música en vivo que puede disfrutarse en el local como con los bocados de la huerta, vanguardistas y orientales que ha diseñado Rafael Morales, chef con dos estrellas michelín y discípulo de uno de los más grandes chefs de la gastronomía mundial, Ferrán Adriá.
Platos como el solomillo de ternera al foie, la ensalada de queso de rulo (de cabra) con jamón ibérico o el foie de pato caramelizado sorprenden por vanguardismo que contrasta con la clásica hamburguesa también presente en la carta, al igual que la tosta de gambas y gulas al alioli; los prostes tienen notable importancia en La Picota porque son, además, la debilidad de Rafa Morales, su tarta de queso es un pecado irrenunciable. No le faltan notas sápidas a la carta de la Picota, de la tierra al mar y a la huerta para terminar en los dulces a golpe de la creatividad culinaria de Rafa Morales.
La Picota cuenta también, además de con música en vivo, con terraza de verano y amenaza así con convertirse en el lugar de moda este verano; puedes pasarte a comprobarlo por ti mismo en el número 8 de la calle José Abascal de lunes a sábado a partir de las 12 del mediodía y hasta las 2 de la mañana.
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