Restaurantes

Warehouse: El Duero en Madrid

Para disfrutar de la Ribera del Duero en esencia ya no es necesario hacer las maletas.

Sus aromas, su paraje y su sabor están más cerca que nunca, recreados en un antiguo palacete en el centro de la capital. Es el nuevo proyecto de Hacienda Zorita y llega pisando fuerte con una de las terrazas más cool de la ciudad.

Ya sabíamos que los vinos de esta bodega eran estupendos. También sabíamos que su casa madre, en Salamanca, es un maravilloso hotel con encanto donde los haya en el que perderse del mundo. Lo que no sabíamos, hasta hace apenas unas semanas, es que han querido traerse un pedacito de su incomparable enclave al corazón del país. Es lo que han llamado Warehouse, un lugar en el que tomar una selección de platos maridada con cualquiera de sus etiquetas o asistir a interesantes catas entre viñedos y rumor de río.

Víctor Gutiérrez es el chef que firma la propuesta gastronómica, del mismo modo que dirige la cocina del complejo de lujo salmantino, galardonado con una estrella Michelín. Aquí también elabora sus platos con ingredientes autóctonos cultivados allí mismo: Farm food does good es su filosofía, la que ha llevado a Londres y Stavanger (Noruega) y que ahora aterriza en Madrid.

Warehouse es un idílico oasis de buen gusto, con su estética industrial, sus palés decorados con botellas de vino, sus rollos de cable convertidos en mesas y todos esos rincones que rememoran los campos de viñas. Un marco encantador para un concepto sencillo: Un lounge al aire libre con una magnífica terraza, gente divertida, buen vino y la cocina con estrella de Zorita, arraigada e ibérica, con un ligero matiz de otras partes del mundo, ejemplificada en opciones como el solomillo de morucha y jalapeño, el pica-pau portugués o el sahimi de presa.

No hay que perderse su agenda semanal de degustaciones y catas, ni su punto de venta, ni (para los más afortunados) su club privado en el que descorchar en exclusiva los mejores caldos de la casa. Por lo demás, basta con sentarse al fresco, cerrar los ojos, dar unos sorbos de vino y viajar con los sentidos.