Hay restaurantes divertidos. Especialmente agradables. En los que se come bien, sin pretensiones pero realmente rico y en los que, además, se disfruta de un buen ambiente. Ecléctico, interesante. No son así por arte de birlibirloque, lo son porque quienes están detrás, en la cocina y en la sala, suman buena energía. Y la clientela aporta la suya.
La Musa lo es. El establecimiento de la calle de Manuela Malasaña, en el número 18, es un clásico. Sí, uno de esos primeros lugares que conocen los recién llegados a Madrid. Por casualidad o porque algún amigo así lo decidió, pero suele suceder. Y tras la primera visita, difícilmente se olvidan sus tomates verdes fritos (cubiertos de mucho queso, por favor) ni tampoco las bombas, el hummus de berenjena o la quesadilla de huitlacoche. Por estos y por otros bocados, casi siempre se vuelve.
Quienes tienen La Latina como eje vital, saben que el número 12 de la Costanilla de San Andrés, aguarda gratas sorpresas. Arriba está La Musa que brinda los clásicos de la casa y la nueva carta de cucuruchos y dips. Como el de tempura de langostinos o de rabas de calamar con arrope de caña.
Tras las escaleras, en la planta baja, no solo se encuentran los baños; hay una puerta y tras ella, Junk Club. Pero solo se abrirá si antes marcaste el teléfono 671 541 822 y reservaste mesa. Bienvenidos aquellos que adoran moverse por el lado clandestino de la vida…
Con una decoración vintage y en todo punto singular, presenta una carta totalmente diferente a las anteriores. Bomba pizza, paella redonda, picantón a la lata… deberías marcar ese teléfono y conseguir mesa para conocerla y saborearla. Y poder hablar de ella.
Como deberías desayunar, comer, merendar, cenar y tomar una copa en HD, ese otro gran lugar de este equipo experto en derrochar buena energía. Y no todo el mundo es capaz de hacerlo.
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