Más que café, aunque el nombre lleve a engaño, aquí encontraremos un fantástico producto de temporada con una elaboración exquisita en una original atmósfera de diseño. Aquí, en el antiguo Café de los Artistas, bajo la emblemática plaza madrileña que preside el descubridor por excelencia y junto al teatro Fernán Gómez, los cinco sentidos están llamados a escena.
Café Colón aviva la vista. Lo hace gracias a sus lámparas sixties, a su juego de luces reflejadas en geométricos espejos, a su cava de cristal que ilumina también las noches, a la combinación de latón y maderas con materiales nobles, a sus sillas tapizadas con telas de Frida Kahlo en una caótica sinfonía estética que, no obstante, funciona.
Café Colón despierta el gusto y el olfato. Su chef, Jesús Barreiro, ha echado a volar la imaginación para crear una carta harto tradicional con unas materias primas excepcionales a las que da un tratamiento creativo. El rodaballo salvaje al horno se lleva el protagonismo de los pescados, los hasta siete distintos arroces aparecen de forma sorprendente e inesperada y los raviolis de centollo prometen una explosión de sabores en el paladar.
El sonido de la coctelera en manos de sus expertos bartenders nos hace aguzar el oído y seguir experimentando sensaciones. El tacto de un reencuentro, el de una cita esperada o una reunión de negocios, entre el chocar de las copas, completa una atmósfera versátil que asegura el éxito de cualquier plan, sea del tipo que sea.
Mañana, tarde o noche. Interior o terraza con vistas. Café Colón es, más que un simple restaurante, toda una experiencia.
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