Estética Art Decó, diseño italiano, ambiente cool, música en vivo, coctelería de infarto... TATEL tiene todos los ingredientes para convertirse (de hecho, a dos semanas de su apertura ya lo es) en un éxito seguro. Sin embargo, va mucho más allá. La nueva apuesta en Madrid de los creadores de Ushuaïa y Blue Marlin Ibiza, hecha realidad por los empresarios Abel Matutes Jr. y Manuel Campos, no se conforma con hacer caja entre la gente guapa de la capital.
De lo contrario, no rompería con el sota, caballo, rey de la restauración de precio medio. No contaría con dos de los cocineros más queridos ni con una carta tan bien estructurada y elaborada. Nino Redruello y Patxi Zumárraga (La Ancha, Las Tortillas de Gabino y La Gabinoteca) forman el tándem perfecto para dar sabor a TATEL en torno a una idea clara: ser embajadores de la mejor cocina española en un espacio internacional y cosmopolita.
Olvídense de Adriá, no es que vaya por ahí la cosa. Lo que ocurre en TATEL es, básicamente, una recuperación de platos de toda la vida que cobran sentido de nuevo adaptados a nuestros tiempos y con la buena mano de dos figuras de los fogones. No hay tecnicismos sino sencillez. Hay unas fantásticas croquetas de leche, una ensalada de lechuga fresca recién cortada en la mesa con codorniz en escabeche, un mero ahumado sobre asadillo manchego cuya receta personal Nino jamás desvela, hay una lubina confitada que conquista desde el primer vistazo y una milanesa de ternera, terminada en directo con huevo y trufa laminada, por la que merece la pena volver una y mil veces.
No olvidemos su estupenda selección de vinos para acompañar la elección perfecta, sea sobre mesa y mantel o en su terraza-lounge con un picoteo más ligero, ni tampoco sus expertos combinados históricos bajo la batuta del gran Frank Lola. Y no dejemos de mirar alrededor para encontrarnos a los VIP más jugosos (Rafa Nadal, Enrique Iglesias y Pau Gasol son algunos de los socios) o, sobre todo, para soñar despiertos con el precioso interiorismo de Ilmiodesing que nos trasladará de inmediato a la media luz de los años 20.
Sobre todo, no olvidemos contar la experiencia. No olvidemos decir que este no es uno más, que TATEL promete y cumple, que invita a repetir y a seguir paladeándolo poco a poco. Tiene tanto por descubrir, que sorprende.
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