Es lo último en el barrio de Chueca. Y no defrauda. Carta internacional, cuidado diseño, buen trato y un ambiente joven, guapo y divertido que comienza a abarrotar el local desde el desayuno a las copas nocturnas.
‘Persona que sabe disfrutar de los placeres de la vida’. Esta es la definición real de los términos ‘Bon Vivant’, y en torno a la misma se ha desarrollado un proyecto que aboga por evitar artificios y centrarse en lo sencillo, lo que no falla y es una apuesta segura. Fue la idea de un grupo de amigos entre Londres y Madrid que decidieron crear ese ‘sitio ideal’ que no encontraban en la zona centro de Madrid, para poder disfrutar a todas horas, desde un rico brunch a una animada cena. Conseguido. Desayunar, comer, merendar, cenar o copear en Bon Vivant & Co siempre es un acierto.
La variedad de una carta muy europea, breve, con un producto cuidado, económico y sin excentricidades permite dar cabida a todo tipo de gustos, haciendo un guiño muy especial al cliente español. Las lentejas con sepia o la variedad de pintxos en barra son solo dos ejemplos, en compañía de ricas ensaladas, embutidos y quesos nacionales, u opciones más continentales como el perrito de salchicha Bratwurst, especialidad de la casa. Platos que pudieran resultar toscos se presentan de manera limpia y original, permitiendo que incluso unas patatas revolconas con torreznos parezcan cosa de alta cocina.El toque dulce lo ponen sus postres y repostería casera, o su amplio menú de coctelería y combinados con el toque maestro de Harly, inglés afincado ya en Bon Vivant, para los que quieran alargar la tarde o parte de la noche en su barra, que se descubre al caer el sol. Una cuidada bodega, que no suele ser habitual en este tipo de locales, y la promesa de un excelente brunch y drunch muy próximamente, completan una experiencia solo apta para disfrutar, entre amigos, de todos esos placeres comunes que a menudo nos pasan desapercibidos.
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