En Siracusa nos animan a viajar desde los orígenes de la pizza, lo que nos lleva a Sicilia, hasta la ciudad más moderna del mundo, Nueva York, un viaje que cruza un océano de sabores y texturas y que nos permite comer con las manos sin que ésto resulte en una falta de compostura en la mesa. Y es que la pinsa, que es la delicia de la que procede la pizza, se corta con tijera y se come con las manos, también las alitas de pollo, los sándwiches y algún que otro bocado.
Claro que ni todo es pinsa, aunque este manjar es sin duda el rey de la carta de Siracusa, ni todo va a ser comer con las manos, la carta de este nuevo restaurante combina platos típicos italianos con otros americanos o con preparaciones típicamente americanas; aunque sentarse a la mesa del Siracusa y no probar alguna de sus pinsas es casi pecado, una renuncia imperdonable no sólo porque la masa de las pinsas es más ligera y digestiva que la de la clásica pizza sino porque sobre ella se sirven ingredientes deliciosos y de origen italiano como el jamón de Parma, el pastrami, bresaola (carne de ternera curada), coppa o guanciale (ambos embutidos de carne de cerdo); claro que no todo va a ser carne sobre la masa de la pinsa, hay pinsas vegetales o de cuatro quesos, con setas, cebolla morada, brócoli, calabacín...
Para acompañar un menú que conecta continentes como hace el de Siracusa, los vinos son esenciales y por eso la bodega de este restaurante cuenta con vinos italianos y también con estupendos caldos de California, una zona más que conocida y respetada en el mundo por la calidad de sus vinos.
Además comer o cenar en Siracusa es un lujo sólo gastronómico porque no te costará más que unos 25 euros si lo haces a la carta y, si te apuntas al menú del día, 12, 90.
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