Restaurantes

Rooster, el gallo que despierta los sabores de Madrid

El nuevo restaurante de la calle Juan Bravo conquista por sus recetas sencillas pero completas.

Cada mañana al salir el sol, el gallo es el encargado de despertar a todos los animales de la granja y también a aquellos que se encuentren cerca. ¡Kikiriki! Es hora de empezar un nuevo día lleno de retos, aventuras y, por supuesto, buena comida.

Los amantes de la gastronomía están de enhorabuena porque en el número 25 de la calle Juan Bravo, en pleno barrio Salamanca de la capital, ha abierto un nuevo restaurante que ofrece productos de temporada y básicos imprescindibles con toques tradicionales. Son sabores de Madrid.

A los mandos de Rooster están el chef Alfonso Castellano, que antes capitaneó el restaurante El Patio de Leo; la sumiller Ana Castellano y el maître Alfonso Vega, que recibió el Premio Nacional de Gastronomía 2009 al mejor director de sala. Con una carta de presentación así, no se puede esperar nada que no sea apetecible en este local donde el gallo es el rey indiscutible.

Por Rooster pasa lo mejor de la granja, de la tierra y el mar. Y lo hace en varias zonas, en la gran barra de la entrada desde la que se ve la cocina abierta, un rincón con mesas altas y un amplio salón con mesas de madera. Porque en Rooster hay un lugar para cada mirada, conversación y momento del día, todos ellos confortables y con un toque informal.

Tapear, comer, cenar, conversar, reír y, sobre todo, degustar recetas muy sabrosas. Acompañadas, como no, por una gran selección de vinos y cervezas artesanales. Porque en este original corral se come según la temporada, el avance de la cosecha y los platos se diseñan cada día. Pero casi siempre se pueden probar sus deliciosas mollejas de ternera al carbón con puré de calabaza, rape negro al ajillo con langosta, croquetas de gallo o ensaladilla rusa.

La cocina de Rooster está abierta de 13:30 a 16:00 y de 20:00 a 23:30 horas, aunque el local no cierra por las tardes para ofrecer algún que otro gin tonic. Rooster es un gallo que despierta, sí, pero el apetito de todo aquel que se deje caer por el restaurante.