Restaurantes

Restaurante de La O, lo mejor de la cocina de Sevilla

El restaurante de La O es todo un descubrimiento. Ya un imprescindible desde su reciente apertura de la mejor cocina de Sevilla.

Detrás del Restaurante de La O hay una historia apasionante, tanto como la pasión con la que Manuel Llerena desmigaja el origen de todos y cada uno de los productos con los que se componen todos los gustos que salen de su cocina. La pasión, ese ingrediente mágico, que llevó a este arquitecto de profesión a los fogones de una nueva vida.

Redondo, como la O, como su logo, desde el concepto, al diseño, desde el desarrollo al paladar. El lugar no puede ser mejor, Sevilla, y de Sevilla Triana, y de Triana ese paseo que va desde el puente de Triana al del Cachorro, o de Los Leperos, junto a esa dársena, brazo vivo del Guadalquivir, que baña la ciudad. Un lugar con vistas, con una de las terrazas más recoletas y apasionantemente acogedoras, y con vistas. Y en ese paseo tranquilo, alejado del bullicio del turismo, un local escueto, moderno, lineal, fresco y acogedor, como una extensión del mismo río, del mismo paseo.

Redondo, en su concepción de cocina de mercado, de cocina con los mejores productos directamente escogidos entre lo mejor de las mejores huertas, de los productores, de las almazaras y las almadrabas, de las sierras, campos y mar de Andalucía, de Cádiz, de Jaén... pero sobre todo de Sevilla. Un carro de la compra esencial al que Manuel Llerena le ha dedicado y dedica un tiempo excepcional. La calidad del producto como principio fundamental. Mientras nos cuenta el quién y el cómo de las alcachofas y los tomates, de la carta de aceites, de los picos y el pan, aún antes de empezar con la construcción de cada plato, ya hemos rendido el paladar al los encantos de cuanto venga después. Una alta expectativa que se ve recompensada con la presencia, pero sobre todo con el gusto, los sabores, las texturas, de todos y cada uno de sus sorprendentes platos. Carne ibérica de la sierra de Huelva, marisco de Isla Cristina, setas de los picos de Aroche, pescado de Cádiz, hortalizas y verduras de los huertos del Guadalquivir. Todo en el Restaurante de La O es propio, propio de Andalucía. Autóctono, fresco, cercano para crecerse en la cocina, en la presentación y en el gusto.

Esa cocina de siempre, la mejor cocina de Andalucía convertida en la mejor cocina de Sevilla, que ya no vuelve a ser la misma.

Cocina de toda la vida, con esa capacidad de reinterpretar y añadir, de fusionar en el punto justo. Empezando por el Foi de la O y los langostinos crujientes con una espectacular mayonesa de chipotle que no tienen comparación, la ensalada templada de berenjenas y jamón ibérico, las croquetas de auténtico queso payoyo de Cádiz y emulsión de Nuez o las alcachofas al carbón, se puede ir dejando uno arrastrar por todos los sentidos en los arroces, de pato o el cremoso de champiñones, o las espectaculares albóndigas de choco, la sencilla y espectacular salchicha de costilla asada, o el suculento Abanico al carbón estofado de patatas y setas o la corvina de Cádiz con huevas de merluza, jamón y judías verdes cocinada a baja temperatura y aroma final de brasas. Intensa, delicada, variada, todo gusto, sorpresa y felicidad. Sonreímos.

Y aún debe dejarse uno lugar para los postres, auténticos pecados a expiar: la tarta de quesos con espuma de pasas de Málaga y fruta de temporada, el crumble de manzana y mouse de yogur con fresa al Pedro Ximenez, y sobre todo la muy muy impresionante poleá con chocolate y migas o coscorrones al curry.

Sin tacha. Una propuesta para disfrutar de la cocina de siempre como nunca antes, con calma, con intensidad, con tiempo, ese tiempo que uno echa a la vida en tanto que fermentan y maduran los mejores vinos andaluces de las 25 denominaciones con que cuenta Andalucía también presentes en la carta de De La O.

Lo propio como base, la tradición que también está en la mesa, la de la misma relación de Triana con la cerámica. Toda la cerámica, toda la preciosa cerámica sobre la que se compone el arte de la cocina de de La O, es propia. La ceramista es la mujer de Manuel Llerena y el taller lo tiene bajo el restaurante. Todo arte, en un círculo redondo, perfecto, del que nos ha costado escapar, irnos y no dejarnos llevar al final de nuestros días con tal de no dejarnos nada sin probar. Morir se puede otro día, no hay prisa, pero uno no puede dejar de ir a Sevilla (que con el AVE está a un cómodo ná de cualquier parte) y no entregarse al placer en lo mejor de su cocina, el Restaurante de La O.

Redondo, apasionante. Palabra de sibarita.