Para llegar a Cambre -y a su estación de estrella michelín- hay que marcar rumbo al noroeste, hacia la provincia de A Coruña y, una vez allí, buscar el camino inglés hacia Santiago de Compostela, o dejarse guiar por el rumor de la fraga de Cecebre, la misma que inspiró a Wenceslao Fernández Flórez para escribir El Bosque Animado, una de las fantasías más bellas de nuestra literatura; también serviría preguntar por el puente medieval de El Burgo construído por los templarios, por el barroco Pazo de Cela o la medieval Iglesia de Santa María... Todas éstas señales llevan a Cambre y a su estrella michelín: A Estación.
Xoán Crujeiras y Beatriz Sotelo son quienes regentan un restaurante que antes fuera cantina y almacén de la vieja estación de ferrocarril; un espacio que da para un local con terraza de verano -en la que el primer invitado es siempre su castaño centenario- y un reservado además del salón principal.
Y ya que el entorno y el local acompañan, dispongámonos a disfrutar unos sabores que no son otros que los de la tierra y la temporada, los de los productos frescos y naturales que llegan a la cocina, en muchos casos, directamente de cooperativas y pequeños agricultores locales; entrantes para abrir boca, platos para compartir para saborearlo todo y la posibilidad de optar por un menú degustación que se actualiza cada mes e incluye siempre la opción de maridaje de vinos.
La bodega de A Estación ofrece una surtida selección de referencias de vinos gallegos y de otras denominaciones de origen, claro que si optas por acompañar un pescado o un marisco por un blanco que no sea un Albariño... igual despiertas a la santa compaña que dicen habita en la fraga de Cecebre, muy cerca de A Estación en la que estás cenando...
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