Londres está de moda porque es olímpica y porque nunca ha dejado de estarlo, porque es una de las ciudades más cosmopolitas del mundo y a la vez mantiene viva su esencia british: el gusto regio y adornado, clásico y oscuro, de tocado o pamela y zapato estilo salón, calesa, bobbies, traje tweed, leve inclinación de cabeza y media sonrisa...
Y, reconozcámoslo, aún a pesar de ese tono rancio que a veces parecen mostrar en su clasicismo y tradiciones, lo british tiene su encanto porque resulta profundamente evocador de lo bueno de otros tiempos y otras vidas y porque encaja a la perfección con ese gusto vintage tan extendido en este siglo... huele a la campiña de Austen y la city de Sherlock, te acaricia como las letras de Byron o Keats y te sumerge en un viaje a otros tiempos, otros mundos y otras vidas como Dafoe... Y lo hace además con puntualidad británica.
Hay un rincón de Madrid que es en su nombre un guiño a esa puntualidad y en su decoración y esencia al estilo british en general: O'clock, música del siglo pasado, de los 60 a los 80, y cócteles de ensueño en la terraza y sus sillas de forja de un clásico jardín inglés, el salón y sus cómodos sillones chester o la barra... tras la que se esconden las botellas que componen los cócteles clásicos y otros propios que resultan, cuando menos, sugerentes...
Con champagne, Oriental Ginger o Lágrimas de Azahar; sin alcohol Recuerdos y Cuatro Rosas; con martini Flame Love, Mediterráneo y Pasión... Long Island Ice Tea, Sidecar, Sex on the Beach, Victoria o Sherezade...
En O'Clock, en Juan Bravo, 25, en Madrid...