De Occhiali te gustará todo, desde su decoración cálida, amaderada y tropical hasta sus postres pasando por una carta mediterránea, vanguardista e internacional a la vez en una suerte de equilibrio sápido que hará que vuelvas porque Occhiali es así, un restaurante al que siempre se vuelve (algo a lo que, dicho sea de paso, ayuda que el precio medio del menú esté entre los 25 y los 35 euros, lujo asequible, que dirían algunos, lujo por lo encantador del lugar y lo delicioso de su cocina y asequible por su precio).
El chef Andrés Jiménez Leguina, al que conocíamos ya del restaurante Ottica, es el responsable de una carta con tendencia a enamorarnos por la boca: platos tan nuestros como las albóndigas de rabo de toro con puré trufado o el solomillo trinchado con salsa romescu conviven con otros que vienen de lejos como el risotto de carabineros, el atún rojo con crema de ají amarillo y ajo negro o los tacos de costilla confitada, también el tradicional bocadillo de calamares, la hamburguesa de pollo de corral crujiente o las creativas croquetas de kinmchi de atún rojo y algas y una más que interesante carta de pizzas al horno de piedra.
En cuanto a la carta de vinos que marida con estos platos, en Occhiali proponen tintos españoles entre los que no faltan Riojas, Ribera del Duero ni vinos de la denominación de origen de Toro, blancos de Rueda y Albariños y también vinos italianos y algún espumoso francés.
¿Y los postres? lo cierto es que son de pecado, muy creativos y particulares porque se cuelan entre nuestros alimentos prohibidos y los transforman en tentaciones en las que caer sin pudor alguno; aquí el tiramisú se prepara con una base donuts y su pizza dulce se prepara con una cobertura de Nutella y Oreo.
Para probar esta nueva propuesta madrileña no tienes más que pasarte por el número 84 de la calle Sánchez Pacheco, en la zona de Chamartín, y dejarte llevar por la carta de Andrés Jiménez Leguina de los entrantes al postre.
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