Toda acción tiene una reacción, y la prohibición despierta el ingenio transgresor. Con ese espíritu surgieron durante la época de la ley seca, los speakeasy en Estados Unidos. El significado de esa palabra es literalmente clandestino, pero Kim García ha aprovechado el juego de palabras (hablar bajo) para bautizar su local más exclusivo, Mutis.
Kim García es un empresario especial. Dueño de la “bodegueta” Mut de Barcelona, la tasca más exclusiva de España, Kim ha rizado el rizo. Envuelto en una nube de misterio y orgulloso de su reputación de excéntrico, Kim se lanzó a crear, en el piso de arriba del edificio que alberga Mut, un speakeasy. Pero no cualquiera, el mejor de Europa, según la clasificación The world’s 50 best bars list 2012 de la revista Drinks International (que excluye los locales británicos).
Por supuesto, la primera norma es la exclusividad. Hay quinientos cincuenta socios que han de pasar dos filtros y registrar su huella dactilar para acceder al local. Solamente de su mano puedes entrar en el santuario canallesco. Una vez dentro, uno puede tomarse una copa tras una cena en Mut, o bien, compartir la exclusiva mesa de los elegidos y cenar allí arriba. Kim se te sienta en la mesa, te cuenta anécdotas de la gente que ha conocido, de su vida, te provoca y mide tu grado de descaro. Un pequeño grupo de soul ameniza la velada. Eventualmente, se transforma en maestro de ceremonias e invita al público a salir al pequeño escenario y hacer lo que le venga en gana: cantar un aria, declamar un poema... la frontera la pones tú. Se trata de que los clientes se suelten. Cuanto más “canalla” y provocadora sea la performance, mejor. Ambientado como si fuera un cabaret berlinés, en tonos rojos, negros y dorados, con una exquisita decoración vintage, el visitante se siente transportado a un mundo diferente al real en el que todo está hecho para agradarle y hacerle sentir único.
Obviamente, la clientela está a la altura del dueño. No por su excentricidad, sería una grosería competir con las faldas escocesas del dueño o los sofisticados atuendos de los camareros. Se trata de la gente más relevante de Barcelona y los VIP más VIP de fuera: desde Messi a Robert de Niro, empresarios, políticos, actores, escritores, se mezclan con personajes anónimos en un ambiente distendido donde nadie se pasa de la raya y a la salida nadie se va de la lengua.
Por descontado, el precio es prohibitivo para el común de los mortales. Claro que nadie que pise Mutis lo es.