La nueva cocina es, en gran medida, fruto de las fusiones gastronómicas, de las mezclas de estilos e ingredientes, de gustos, aromas y colores en platos que nacen como clásicos, casi tradicionales y, en su fusión, se reinventan y renuevan descubriéndonos sabores y experiencias hasta entonces desconocidos.
Algo así nos puede ocurrir en Fishka, un restaurante de comida mediterránea con cierta pátina rusa, de origen tártaro y persa, que deleita los gustos más dispares desde 2011 y desde los entrantes a los postres, pasando por las sopas, pescados y carnes hasta terminar con su selecta propuesta de vodka. A los fogones, Matías Fussi, chef de restaurantes con estrellas Michelín...
Para abrir boca el foie, las verduras de temporada, ostras, arenques o caviar; a continuación, más si cabe en invierno que en verano, las sopas, borsh -de remolacha y carne- o poxlebka -de esturión-; los pescados del día y entre ellos, el rodaballo salvaje y el esturión; de las carnes, lomo de buey, presa ibérica, solomillo de ciervo o pelmeni de pollo.
Y de ahí al postre y la copa: plátano asado, pera escalfada, piña colada, tabla de quesos con frutas y el ineludible chocolate; el cierre: Russian Standart, Beluga, Zubrovka, Polugar... hablamos de vodka, claro.
Toda esta degustación tiene además lugar en un espacio único porque, cuando salimos a comer o cenar, a saborear empezamos nada más cruzar la puerta del restaurante y sentirnos invadidos por sus aromas, su luz, su decoración y sus sonidos. Fishka es un restaurante luminoso en madera, ladrillo visto y detalles vintage desde el portón de la entrada a los muebles blancos y su original barra.
Si quieres probar nuevos sabores, adentrarte en una cocina creativa sabiendo que tu plato no será destino más que de ingredientes frescos de primera calidad... en Fishka te esperan.
Puedes, además, hacer tu reserva a través de su página web.
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