Restaurante Inari
Restaurantes

Madrid Japón

Cocina honesta, excelente calidad. Inari es un restaurante japonés “de volver”.

Cuenta la mitología nipona que Inari es un dios esquivo, imprevisible, casi invisible y se sirve de sus kitsune para comunicarse con los hombres. Inari es el protector de las cosechas y los cultivos, cuida de la seguridad de los caminos y favorece los negocios prósperos. Tanto él como sus mensajeros divinos portadores del éxito son venerados en Japón desde hace milenios.

Y es Inari el nombre elegido por Nacho Fernández Picón para bautizar su restaurante; un japonés exquisito, deliciosamente decorado en rojo y negro evocando el más puro minimalismo nipón cuyo ambiente íntimo y relajado invita a disfrutar de una de las cartas de Sushi más variadas de Madrid.

Detallista, implicado y comprometido, Nacho ha hecho de su pasión por la cocina japonesa, la calidad de los ingredientes y la honestidad la auténtica filosofía de un proyecto iniciado hace cinco años en pleno barrio de Salamanca, cuyo éxito le ha llevado a abrir una segunda puerta en El Soto de La Moraleja.

Alta cocina tradicional japonesa a base de Sushi, Sashimi, makis, gyozas o tartar de atún rojo para los amantes de lo auténtico, se funde naturalmente con ingredientes típicamente españoles en platos como los niguiris de buey gallego, el Toro Tower o el foie a la plancha con salsa toriyaki. Todo ello sin olvidar las delicadas tempuras y el arroz. El secreto de estas sabrosas combinaciones se encuentra sin duda en la calidad, en la elaboración casera, al momento sin precocinados ni ingredientes artificiales. Calidad de la que el propio Nacho hace gala: “muy buen producto pero sin pasarnos en el precio;  queremos que nuestros clientes vuelvan, sientan que les estamos dando calidad, disfruten de cada ingrediente, de cada detalle. Que vivan una experiencia y quieran repetir”.

Disfrutar del intimismo de sus salas, dejarse llevar por el “rollo” nipón en los  acogedores sushi-bar o acomodarse en la amplia terraza cubierta del Inari de la Moraleja –tanto en invierno como en verano– es un auténtico placer.