Un antigua ciudad de interior que late al ritmo de un río -el Miño-, de origen romano, habitada después por celtas -suevos-; una casona en las afueras, construída a principios del siglo XIX, rehabilitada, sofisticada y elegante; y un cocinero que ha pasado por las mejores cocinas... ¿resultado? A Rexidora, un sabroso restaurante en las afueras de Ourense regentado por Javier González.
Piedra, cristal y forja recomponen un lugar decorado al modo clásico y burgués, acariciando el exceso sin perder nunca el buen gusto; sorprende su patio interior y su escalera que dan acceso a los cuatro salones y la terraza. Y, tras conocer el lugar, toca acomodarse y darle gusto al gusto.
La cocina de Javier González mantiene claras raíces de la gastronomía gallega pero la reinventa con pinceladas de vanguardia en sus recetas; el menú degustación, de disfrute obligado en una primera visita al restaurante, incita descaradamente a trasladarse a Ourense sólo para saborearlo: para abrir boca, unos tacos de la empanada del día y un caldo gallego para beber con brocheta de 'cachola'; seguimos con unas navajas de buzo a la sartén aliñadas con aceite de limón y pepinillos; un plato de pulpo con patata, huevo y grelos y cerramos el inicio y continuación con un guiso de fabas, mejillones y langostinos.
Tras este delicioso despliegue, los platos fuertes: pescado del día cocinado con cariño, lomo de ternera gallega asado con repollos y semillas.
Irrenunciables los postres para cerrar tamaña degustación: tarta de higos de la finca de al lado y sobremesa de dulces.
Que hablar de estas cosas en estos días de excesos culinarios suena a pecado... y debe ser entonces cierto que pecar es vivir. En A Rexidora, inevitable.
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