En ocasiones son las cosas inesperadas aquellas que logran que alcancemos la felicidad. No la felicidad completa, pero sí un tanto por ciento muy elevado que nos hace sonreír, ver el mundo con otros ojos y nos alegra el día. Son esos pequeños detalles, los que surgen de manera imprevista, los que no esperamos y nos sorprenden, los más gratificantes a veces.
Planes, rincones y lugares distintos que nos cargan las pilas y cambian nuestra rutina introduciendo en ella una chispa de buen humor. Uno de estos espacios es, sin duda, Wanda Café, una cafetería que está en pleno centro financiero de Madrid y resulta un oasis de tranquilidad y buen rollo.
Wanda acaba de abrir sus puertas y rápidamente se ha convertido en un lugar en el que desconectar del ritmo frenético de la ciudad y disfrutar de las recetas que ofrece su apetecible carta. Wanda abre a las ocho de la mañana y no cierra hasta las 3 de la mañana, sin interrupciones, por lo que todo aquel que se pase por el número 1 de la calle María de Molina, lo encontrará abierto.
Los más madrugadores podrán disfrutar de sus desayunos compuestos por repostería, wraps, sándwiches y zumos naturales de frutas y verduras. Para comer, sus ensaladas son el plato más demandado, mientras que según va cayendo la tarde las meriendas reinan en sus mesas, sobre todo las tartas aptas para celiacos. Y ya entrada la noche, los cócteles –sobre todo el Happy Tsunami, un cóctel gigante, y el Pitufo, de tamaño mini- son los reyes de la fiesta, rodeados de una iluminación cálida de velas.
La filosofía de Wanda se puede resumir en cuatro palabras: Eat, Refresh, Power, Re-Charge. Y se ve reforzada por una decoración repleta de ilustraciones a lápiz cortadas en papel de Boris Schmitz, paredes en tonos pastel y detalles en colores flúor rosa y amarillo. Las sillas de caña natural llaman la atención y todo el espacio está repleto de madera, dando a Wanda un toque boho chic irresistible.
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