Es literal, no hay límites. Lo que se ve en las imágenes no es un montaje fotográfico, es una experiencia gastronómica real no apta, eso sí, para comensales que sufran de vértigo. Es un restaurante insólito que se eleva a 50 metros del suelo suspendido por una grúa, y que puede adaptarse a cualquier entorno imaginable.
La creatividad de una empresa belga lo hace posible desde hace unos años. Esta idea novedosa tiene su origen en el 2006, cuando a Stefan Kerkhofs, creador del reality show Fear Factor, se le ocurrió mezclar una atracción extrema con la cocina.
Dinner in the Sky, el comedor volante, puede dar cabida a 22 personas sentadas alrededor de su mesa. Asegurados por un sistema de correas en cuatro puntos en sus cómodos asientos giratorios, los asistentes al evento creerán volar supervisados en todo momento por un técnico especializado de la compañía. En el área de servicio central hay espacio para otras cinco personas (de pie); por ejemplo, un cocinero preparando delicias celestiales, un sumiller seleccionando los vinos correspondientes y un camarero para servir y atender todo tipo de necesidades que puedan surgir rozando el cielo.
Una cena romántica sobre el corazón de un viñedo, una reunión privada con vistas impagables a un campo de golf o una pista de carreras, un bar de cócteles panorámico con el skyline de la gran ciudad como telón de fondo... La posibilidad de organizar un evento excepcional, diferente a todo lo que se ha hecho hasta ahora, existe en cualquier lugar que se nos pueda pasar por la cabeza. Abróchense los cinturones. Despegamos.
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