Casa Mono, Ateneo, Martinete... Y ahora, Casa Lobo. Van cuatro. Cuatro exitosos locales que giran en torno a un mismo concepto: la polivalencia.
Diseño top, buen ambiente, excelentes enclaves, cocina resultona y asequible y coctelería para alargar la noche son sus pautas para convertirse en los "must" de la capital. El último retoño de la familia, en la zona de Arturo Soria, no iba a ser menos.
En Casa Lobo, como en sus hermanos mayores, no importa solo el plato sino lo que se vive alrededor de él. Y en eso, en crear sensaciones espaciales, Lázaro Rosa-Violán es un artista. Por eso, el interiorista vuelve a firmar la decoración de este nuevo "it place" madrileño, y en él conjuga, como siempre en sus proyectos, tradición y vanguardia con diferentes piezas que fusionan la elegancia y sofisticación del bistró parisino con la serenidad de un club inglés y la alegre frescura y luminosidad del estilo mediterráneo.
Lámparas años 50, confortables butacas estilo vintage, iconos del diseño actual y elementos creados ad hoc, como la futurista chimenea cónica que corona la sala principal, conforman un local en el que impera la luminosidad del blanco y el azul, dando ese aire marinero tanto a su zona de barra y mesas altas como al área de comedor.
En su carta no faltan esas propuestas para todos los gustos, y ciertamente están muy conseguidas. Un ejemplo son las jugosas croquetas, los mejillones con salsa de coco y curry o los bombones de sabroso foie casero. Las albóndigas de rabo de toro o los raviolis de pato con escabeche de miel y manzana verde dejan paso a algunos postres del prestigioso repostero Oriol Balaguer, como el chocolate en texturas o la mousse de frutas de la pasión.
La coctelería, la música, el buen rollo y su horario ininterrumpido hacen el resto para que Casa Lobo sea lo que es, un acierto seguro.
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