En una de las mejores calles de Madrid, a dos pasos de la Puerta de Alcalá y del Retiro, iluminado en color amarillo intenso luce un neón que anuncia la entrada de Ornella, uno de los locales que seguro se convertirá en puntero de aquí a unos meses. Y, si no, al tiempo.
Este proyecto gastronómico, cocinado en los fogones de su hermano mayor, Pulcinella, uno de los italianos de referencia de la capital, es la promesa de la temporada. Enrico Bosco, alma máter del proyecto, junto con Coque Blas e Íñigo Arrechea, se han juntado para darle un aire cosmopolita y vanguardista cuya decoración queda lejos de lo que el ideario común entiende por trattoría. Blume Studio se ha encargado de aportar una estética actual y personalizada –atentos las mesas altas de la entrada- y fresca gracias a la luz natural que entra por la inmensa cristalera de la fachada. Está repartido en dos alturas, con la cocina vista y una amplia barra que sirve de conexión entre la entrada y el salón principal.
Su cocina se nutre de los mejores productos y del savoir faire de sus cocineros que en su mayoría son italianos. Por ello, la carta presenta una selección de platos típicos de diferentes zonas del país de la bota como los paccheri, all’astice propios de Nápoles, con tomates sicilianos, bogavante y guindilla, y otros más innovadores como el risotto al champange Mumm y fresas. Tampoco pasa desapercibida la pasta rellena, como la de trufa, con un intenso sabor y exclusivo aroma. Y otros platos más sencillos como los antipasti, donde destacan las ensaladas, fiambres italianos, un interesante guiso de mejillones y el clásico vitelo tonato. Y como en todo italiano, en su carta no podían faltar una variedad de pizzas, hechas en horno de leña traído expresamente de Nápoles.
A su oferta gastronómica se suma una amplia selección de cócteles para cubrir el formato afterdinner. Después de la hora prudente de la cena, suben la música, atenúan las luces y Ornella se convierte en un pseudo restaurante/discoteca con ambiente para quedarse a tomar una copa y que te den las diez y las once, las doce, la una, las dos y las tres… como decía aquel en su canción.
El hecho de que un restaurante esté completo la segunda semana de su apertura dentro de la amplia oferta gastronómica madrileña dice mucho de lo que puede dar de sí. Ya lo comprobamos en la primera semana de su nacimiento a finales de otoño. Y parece que no necesita más tiempo rodaje para que sea uno de los recurrentes de las cenas de los viernes y sábados noche. Ojo con Ornella. Piu Ornella.
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