Ya. Pasó. Una semana intensa la de volver aunque tuvieras ganas de pasar las fiestas, de terminar con la retaíla de cenas, comidas, cervecitas, dulces. Intensa de trabajo, de proyectos, de ideas, de gestiones... y parece mentira que te hayas tomado esa semana o dos de vacaciones. Es viernes y te acabas de dar cuenta de que necesitas no unas vacaciones si no un tiempo pequeño y relajado para ti. Dos días, tan sólo dos días. Pero ¿cómo? ¿Cómo recuperarte del palizón que llevas encima? ¿Cómo para y desconectar? La respuesta está en el campo, en el paisaje en que revolotea la brisa, el viento, en la hierba, en los bosques de pinos, robles, en las suaves laderas que se deslizan hasta la playa desierta. Y está en estos lugares, donde todo eso se funde con espacios y servicios cuidados, con habitaciones con vistas al mar y bañeras entre paredes de piedra. Lugares donde perderse un fin de semana garantiza que el resto... el resto qué importa.
