La casa barco tiene un secreto. Gran parte de su diseño parte de aceptar las normas jugando con ellas, de esa rebeldía de juventud en la que sabes que sea como sea, lo vas a conseguir. Y cuando haces del obstáculo un escalón, el diseño fluye con mucha más fuerza y optimismo. A parte de que luego te sientes genial.
Al empezar a diseñar esta vivienda en la orilla del lago Millstatter, el estudio de arquitectura MHM se encontró con que las autoridades austriacas de Carinthia no permitían la construcción de pasarelas para atracar embarcaciones. La vivienda estaba siendo diseñada para una familia cuya ilusión era precisamente esa, disfrutar de largos paseos por el lago en su pequeña barca.
La idea inicial era una vivienda conectada al lago mediante una pasarela, pero ahora ¿cómo intervenir en el lugar?
Sencillamente la casa va al lago, y no sólo eso sino que las ventanas se transforman en un sistema integrado de fachada-ventana, de forma que al plegarlas, el piso inferior se transforma en un porche abierto al lago. Este espacio se convierte de este modo en un embarcadero, pero además en él se incorporan otros elementos como son: una sauna, un baño de vapor, vestuarios, etc. La parte superior por su parte, dispone de solárium, sala de masajes y fitness, así como una pequeña sala de té y zona de relax.
Todo un espacio para disfrutar del entorno, una vivienda que demuestra que conociendo las reglas, querer es poder. Y es que yo no sé sus diseñadores, pero en mi caso una vez finalizada, yo me hubiera tirado de bomba.
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