No se trata sólo de dónde vives si no lo que ves desde el interior de tu vivienda, los espacios, la naturaleza, las construcciones, ese paisaje exterior que vives desde el interior. Y siempre la presencia, la identidad de una vivienda, la de los que lo habitan, la habitabilidad, la función. Lo que buscamos todos.
El equipo de arquitectos e ingenieros del estudio iraní New Wave Architecture se enfrentaron a este proyecto con la premisa de que el ser humano tiene una tendencia natural a enredarse en el paisaje y como tal esta vivienda se orienta a distintas vistas con sus tres niveles suspendidos sobre una ladera alcanzando una completa visión del valle. La vivienda, el sueño, se encuentras en Mosha, en las inmediaciones de las montañas de Alborz al norte de Teherán, Irán. En una parcela de 260 metros cuadrados el hormigón articula no sólo el espacio inclinado sino los tres bloques asimétricos que giran sobre un eje común buscando distintas vistas del valle de Mosha y de las montañas.
Estos volúmenes definen la potente identidad de la vivienda y consiguen crear esa fusión del paisaje con la vida interior con grandes ventanales desde el suelo hasta el techo con los que las amplias estancias tienen vistas panorámicas y una gran luz natural. Su interior se estructura sobre una escalera de caracol que se establece como el eje sobre el que roban los bloques de cada planta.
De arriba a abajo, en la primera planta se encuentra la entrada, el aparcamiento, un aseo, una habitación individua y una suite con baño completo que comparten una terraza; bajando un nivel, en la segunda el comedor, la cocina y un amplio salón abierto al gran ventanal; en la tercera e inferior todo el espacio del ocio, una sauna, un vestuario, un espacio de deportes, un pequeño bar y una piscina interior desde la que disfrutar de las magníficas vistas.
Los acabados en blanco conjugan la calidez de la madera de la escalera central, de los suelos y de los armarios y estanterías, creando espacios únicos en los que el principal protagonista es el exterior, formas puras que juegan con la distribución vertical como forma de integrar la vida familiar, la difícil pendiente de la parcela, las vistas panorámicas del valle, y, sin duda, esa innata tendencia de enredarse, a vivir en la naturaleza con una identidad propia muy especial.
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