En cuestión de hoteles, el listón cada día es más alto. Si a una ubicación de infarto, en una ciudad clave para los turistas de medio mundo, se suma un equipo humano, unos servicios excepcionales y una decoración cuidada, fenomenal. Si a ello, se añade un jardín en la planta baja y una azotea, poco más se puede pedir. Sería pecado… O arrogancia.
En Barcelona, se encuentra el AlmaBarcelona, que ocupa un bello edificio próximo al Paseo de Gracia. Y sí, tiene todo lo dicho unas líneas más arriba. Necesitaríamos mil y una líneas para describirlo, por ello, nos quedaremos, tan sólo, con su terraza en las alturas. Casi nada.
Situada en la séptima planta, a ella, cada tarde y hasta entrada la noche, pueden acceder los huéspedes y el público externo, es decir, aquellos que no tienen la suerte (ohh…) de alojarse pero sí la de acceder a un espacio con unas vistas de la ciudad que, sencillamente, quitan el sentido y el habla. Desde la Casa Milá al Tibidabo y desde Montjuic hasta la Sagrada Familia, pasando por la Ciutat Vella, la Torre Agbar y, finalmente, el mar. Repetimos: casi nada.
Este lugar hasta ahora privado, se abre al público con una oferta de bebidas, cócteles y picoteo. Sin estridencias, decorado elegante y sobriamente por Nori Furlan y Paco Llonch, es un amable oasis a unos metros del caos de la urbe. Es, sin duda, la dirección en la que concederse la dosis necesaria de sueños cotidianos… Tan necesaria.
E insistimos, esto sucede en las alturas, pero abajo, su jardín es otra maravilla digna de ser descubierta, vivida y disfrutada.
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