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Feria del Libro Antiguo y de Ocasión: el retorno a Max Aub y a 'La calle de Valverde'

La 41ª Feria del Libro Antiguo y de Ocasión publica una edición conmemorativa de 'La calle de Valverde', la novela de Max Aub escrita en el exilio y editada por la Universidad Veracruzana en 1961.

Cuando Max Aub llegó a la capital sólo tenía 500 pesetas y el sueño de convertirse en escritor. Ya se había aficionado a las tertulias durante su estancia en Barcelona y no perdió en Madrid la costumbre de frecuentar las reuniones literarias donde aún coincidían los ingenios de tres generaciones.

En el Madrid de los años 20, con Primo de Rivera liderando la dictadura, las tertulias en los cafés fueron moldeando una forma de vida intelectual que marcó definitivamente la literatura española del siglo pasado. Tal vez el Fornos, el Pombo y el Gijón fueron los más célebres de aquellos tiempos agitados en los que la cultura giraba en torno a las meriendas prolongadas. Pero no fueron los únicos en los que se sentaba Aub a deliberar.

Sin embargo, La calle de Valverde —ese retrato impecable (y nostálgico) del Madrid de la preguerra y los cafés literarios— lo escribió Max Aub en el exilio. Corría el 1961 cuando la novela vio la luz por primera vez en México. Mientras en España las cuchillas de la censura laceraban las páginas de esa novela radiante, la calle de Valverde seguía (sigue) estando donde estaba, a un paso de la Gran Vía, a otro de Fuencarral. Como “una isla, un istmo”. Una especie de microespacio provinciano, ajeno al ajetreo, a la modernidad y todo aquello que sucedía en el hervidero con pretensiones cosmopolitas que crecía en el exterior. Así la recordaba el autor. Y allí, en el número 32, se suceden casi todas las historias cotidianas que definieron una época.

Max Aub no podía volver, pero su memoria seguía viviendo allí, en esa pequeña calle madrileña que se llevó a México. En su maleta de exiliado empaquetó el material necesario para (re)construir esa inmensa crónica hecha de esperanzas rotas por la infame guerra fratricida. Empacó las voces que se colaban entre los balcones de hierro; el flamante recién inaugurado edificio de Telefónica, icono de la modernidad incipiente, donde se diluía el sedoso entorno valverdano; la tienda de pianos, las tertulias culturales del Regina (lugar de toreros, actrices e intelectuales, hoy hotel del mismo nombre) y las letras de la revista Alfar. Y con todo ese mejunje de personajes populares, expresiones castizas, arte y ambientes ilustrados, el “eterno judío errante” compone una de las sinfonías costumbristas más deliciosas de la literatura.

Retorno a Max Aub.

A destiempo, como casi siempre llegaba el genial Max en su lucha contra la amnesia, Madrid trata de aliviar el desagravio continuado perpetrado contra el escritor —el último, el intento de borrar su nombre de una de las salas de las Naves del Español. Un despropósito.— con dos eventos que rescatan tibiamente su legado. El primero una exposición, Retorno a Max Aub. El Instituto Cervantes propone un viaje cronológico por la vida y obra de Aub. Repasa el puzzle de su origen (judío nacido en París de madre francesa y padre alemán), de sus viajes, de sus exilios, de sus regresos. Y reúne también ejemplos de todas sus facetas como el autor prolífico e híbrido que fue: novelista, dramaturgo, poeta, cuentista, ensayista, uno de los más importantes escritores del siglo XX.

El segundo, una tradición. La Asociación de Libreros de Lance rescata y publica una edición conmemorativa de La calle de Valverde, la primera, la de 1961. La publicada en México por la Universidad Veracruzana. Una oportunidad única —la 41ª Feria del Libro Antiguo y de Ocasión— para hacerse con esta joya literaria imprescindible.

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Del 28 de abril al 15 de mayo, el Paseo de Recoletos acoge la 41 edición de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión.
También hasta el 15 de mayo puede visitarse la exposición Retorno a Max Aub en la sede madrileña del Instituto Cervantes.