¿Erotismo? ¿O directamente y sin paños tibios, pornografía?
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6 libros que te harán olvidar a Grey

Escritos en tiempos en los que hablar de sexo era una auténtica afrenta a la moral.

Desde que Grey y sus sombras invadieron el panorama editorial tengo la sensación de vivir en una especie de surrealismo abstracto que me descoloca. Me explico. ¿Acaso antes de la tiranía del marketing y los totalitarismos del mundo globalizado no existían hombres (y mujeres) dispuestos de desatar pasiones e incendiar las almas más gélidas? Digo yo que sí…

Y si no que alguien me aclare de dónde surge un anhelo tan explícito, un apetito tan primitivamente tentador: Sus caricias poseían una extraña cualidad. Unas veces eran suaves y evanescentes, otras, fieras; como las caricias que Elena había esperado cuando sus ojos se fijaron en ella; caricias de animal salvaje.

Este párrafo, escrito allá por el 1940, se lo debemos a Anaïs Nin y no es más que un tibio aperitivo de lo que esta controvertida escritora nos ha narrado con su lenguaje bello, directo, descarnado, absolutamente explícito, pero no por ello menos literario. Porque cuando se trata de leer erotismo yo prefiero el literario. Y cuando digo “literario” me refiero al arte de escribir, ese arte sublime de combinar la palabra capaz dejarnos sin aliento.

¿Un ejemplo? Seis, mejor. Y todos ellos escritos en aquéllos tiempos –algunos remotos y todos bien alejados de circos mediáticos– en los que hablar de sexo y de manera tan tajante era poco menos que sacrílego, indecoroso, lascivo, libertino. Una auténtica afrenta a la moral imperante. Pero estos autores no se cortaban. Ni un pelo.