Más allá de lo formal y con el arte como vehículo para entender la dimensión de lo incompresible, estamos viviendo —por fortuna— una extraordinaria regresión hacia conceptos vinculados con la espiritualidad, lo sagrado, lo místico. Y entre todas las artes, la música se alza como el instrumento perfecto para trasladarnos hasta esa otra dimensión teñida de misterio y simbolismo donde la noción de trascendencia nos acerca a la esencia de las cosas, las ideas, las emociones. El Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid toma prestado este sugerente marco metafísico para acercarnos a esa espiritualidad renovada a través de la música con una edición abierta a la experimentación y las conexiones entre las diferentes disciplinas artísticas que afronta conceptos más amplios y universales.
Además de apostar por músicos y formaciones españolas con éxito internacional, apoyando también a talentos emergentes, esta XXVI Edición del festival presenta propuestas complementarias a su oferta clásica —Bach, Vivaldi, Nivers o Couperin— con repertorios inéditos, estrenos absolutos y lenguajes musicales diferentes como el jazz —las aproximaciones de Jorge Pardo o Moisés P. Sánchez a “A Love Supreme” de Coltrane— o la música alternativa como la de la cantante Maria Rodés.
A través de treinta conciertos estructurados en diferentes ciclos, el Festival Internacional de Arte Sacro pretende acercarse a nuevos públicos ofreciendo una bellísima programación orientada a alcanzar esa dimensión espiritual, casi sagrada de la interpretación musical. Os adelantamos los primeros nueve conciertos del extenso programa que se prolongará hasta el próximo 3 de abril y que abarca además el ciclo de cine El tiempo esculpido, como forma alternativa de expresión de la experiencia mística.
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