Discípulo de grandes violinistas como Glenn Dicterow, Itzhak Perlman, Robert Mann o Dorothy Delay y recomendado por el director de orquesta Lorin Maazel y Pinchas Zukerman, Eric Silberger llega a Madrid con un repertorio excepcional: concierto para violín, en la menor, BWV 1041 de Bach y Las Cuatro Estaciones Porteñas de Piazzolla. S trata esta última de una obra inusualmente interpretada en las grandes salas internacionales de conciertos clásicos.
Lo cierto es que Piazzolla, referente del tango, venerado tanto por sus compatriotas como por los amantes de la música clásica y porteña de todo el mundo, conjugó como nadie ambas disciplinas compositivas. Dos anécdotas enmarcan la trayectoria del compositor argentino hacia semejante, bella y exótica conjunción.
En 1934, el cantante Carlos Gardel llegaba a Nueva York para protagonizar, junto a la actriz española Rosita Moreno, la película El día que me quieras. Por aquel entonces, un jovencísimo Astor Piazzolla, con tan sólo trece años, se estrenaba como intérprete de bandoneón y compartía alguna de las escenas del film. Al escucharlo, Gardel le dijo: “Serás grande pibe, pero tocás el tango como un gallego”.
Dos décadas más tarde, otra grande de la música, Nadia Boulanger —también profesora de Leonard Bernstein, Aaron Copland o Yehundi Menuhin—, redirigió los pasos de Piazzolla hacia sus raíces argentinas. Todo fue gracias a su interpretación al piano de Triunfal. La maestra lo tuvo claro: “No abandone nunca esto. Esta es su música. Aquí es donde se encuentra el verdadero Piazzolla”. “Ella me enseñó a creer en Astor Piazzolla, en que mi música no era tan mala como yo creía. Yo pensaba que era una basura porque tocaba tangos en un cabaré y resulta que tenía una cosa que se llama estilo”, afirmó el. Y nosotros se lo agradecemos a ambos.
Las Cuatro Estaciones Porteñas fueron concebidas como composiciones diferentes y como tales fueron editándose en diferentes álbumes. De ahí la rareza de su interpretación conjunta, pese a que Piazzolla lo hizo en diversas ocasiones. Sin duda, Eric Silberger —premiado en la 14ª edición del Concurso Internacional Chaikovsky y en el Concurso Internacional de violín Michael Hill, en 2011— lo borda. Pese a su juventud, su maestría es deslumbrante, tanto como solista como con grandes orquestas como la Sinfónica de San Francisco, la de Indianápolis, la de Cincinnati, la del Konzerthaus de Berlín, la Filarmónica de San Petersburgo y Londres, la Sinfónica del Teatro Mariinski, la Nacional de Dinamarca o la de Cámara de Múnich.
Junto a esta última, Silberger interpretará en el Auditorio Nacional de Música (Madrid) y dentro de la programación de La Filarmónica, dos de las piezas más bellas de su repertorio. Será el próximo 7 de febrero a las 19:30 horas.
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