Escena

El largo viaje del día hacía la noche

Una nueva visita a una obra maestra del Teatro.

Siempre he pensado que la inmediatez y cercanía del Teatro, su "emisión" en directo, tiene una parte de ventaja y una parte de inconveniente. Me explico. Dada esta característica, es imposible ver de nuevo, como en el cine, una función determinada. No podremos ver a Laurence Olivier haciendo de Hamlet una noche londinense. Incluso aunque aún viviera, nunca sería igual. Pero por otro lado, la necesidad de interpretar los clásicos, de modernizarlos, de verlos bajo ópticas más cercanas, hace que las sucesivas versiones vayan aportando un más que interesante poso para el espectador.

Estas dos vertientes están sin duda presentes en la adaptación de la obra maestra del dramaturgo Eugene O'Neill, El largo viaje del día hacía la noche, que se está representando en el Teatro Marquina de Madrid hasta final de año, para luego salir de gira por el resto de España. La obra, sin duda la más conocida y la mejor de su autor, con un fuerte componente autobiográfico, ha sido representada por intérpretes de la talla de Fredric March, Anthony Quayle, Robert Ryan, Laurence Olivier o Jack Lemmon, además de una adaptación cinematográfica de la mano de Sidney Lumet con Katherine Hepburn al frente del reparto. Y ahora tenemos la suerte de poder asistir a la adaptación que bajo la dirección de Juan José Alonso, interpretan dos grandes del escenario como Mario Gas y Vicky Peña.

Ambos toman el papel, junto a Juan Díaz, Mamen Camacho y Alberto Iglesias, de contarnos un día en la vida de la familia Tyrone, padre, madre y dos hijos, en los que asistiremos a la revelación de los problemas, deseos, enfrentamientos y dudas que vuelan sobre su relación. Una mirada sobre la compasión, sobre la manera que tenemos todos de ser error y a la vez acierto, y a nuestra capacidad de dar y recibir perdón. Una obra maestra y una excelente oportunidad para guardar en nuestra memoria una representación que, como teatral, será única y excepcional.