Están lo suficientemente lejos como para que nos hagan sonreír, incluso reír a carcajadas. Están lo bastante cercanos, sobre todo en sus consecuencias, para que todavía lo hagamos como quién se reía del bruto de la pandilla, que mejor hacerlo cuando no pudiera oírte. Estrenada en el Teatro Marquina, la obra El Florido Pensil (niñas), nos trae esos tiempos que ya pocos de entre nosotros han vivido, pero que siguen instalados en la memoria colectiva.
Y no solamente ha pasado el tiempo desde aquella escuela del franquismo que la obra refleja en forma de comedia más o menos negra. Va para un cuarto de siglo el que ha discurrido desde que Andrés Sopeña publicara el libro del que partió todo recordando aquella época: El Florido Pensil. Memoria de la escuela nacionalcatólica. En aquellas páginas el autor nos trasladaba a vivir como desde un pupitre de las aulas de los años 50 lo que suponía educarse en la ideologizada escuela del franquismo, un compendio de absurdeces, lugares comunes y desfasados conceptos que llenaron de nubarrones la educación de unas cuantas generaciones de españoles.
Lo bueno de El Florido Pensil era que se tomaba a choteo, para decirlo con una frase de aquella época, todas aquellas zarandajas. Humor que le sirvió para triunfar en las librerías, para tener una mediocre adaptación al cine, dirigida por Juan José Porto en el 2002, y una bastante mejor adaptación a los escenarios, donde su fórmula de humor y recuerdos funcionaba como un reloj. Aquella obra estaba dirigida por Fernando Bernués y Mireia Gabilondo, los mismos que ahora, veinte años después, llevan a las tablas de Marquina una adaptación centrada en algo obviado en el original y las primeras adaptaciones: la parte femenina del asunto, las niñas.
Las niñas, que son interpretadas por Nuria González, Chiqui Fernández, Mariola Fuentes, Esperanza Elipe y África Gozalbes, que además van alternando en cada "cuadro" interpretando a profesoras, curas o criadas que les van dando la réplica para mostrarnos aquellos años tan distintos de los de ahora pero sin embargo tan culpables de que aún tengamos que llevar su rémora en temas tan delicados como la violencia doméstica. De aquellas clases vienen estos lodos.
Pero, cosas serias como esa aparte, lo que más provoca El Florido Pensil son sonrisas, por lo que cuentan, y porque ya cada vez nos parece más lejano.
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