Diciembre se pone en danza en la Sala Mirador.

Como cada mes de diciembre, el Festival Internacional Madrid en Danza sube a los escenarios de la capital las propuestas de todas las disciplinas de danza, desde el flamenco, el clásico o las coreografías contemporáneas más vibrantes y rompedoras. La Sala Mirador se suma a la celebración con un programa fuera de menú, diverso y expresivo. Dentro del Ciclo Diciembre en Danza, el espacio se convierte en uno de los puntos de encuentro más caliente de este arte del cuerpo, la expresión y la música.

El ciclo se inicia con Turning Tables, una pieza creada para The Place Dance Lab. Dirigida por Alessio Natale, la obra supone un trabajo personal y profundo para cada bailarín, que explora su propia personalidad y la posibilidad de adoptar otras identidades a través de los demás. De esta forma, explica Natale, “la danza se convierte en un cambio de roles donde la curiosidad por el otro acaba por desnudar al bailarín, sin concesiones y abandonando todos los miedos”. Se representará los días 6,7 y 8 de diciembre.

Un mundo feliz se adentra en la deshumanización del mundo actual. La esterilidad y la falta de individualismo que Huxley anunciaba hace un siglo parecen haberse materializado. La pieza de Sasha Sasic narra la historia de un individuo que, en su ingenuidad, se enfrenta a una realidad desequilibrada de hombres clonados, a una sociedad adoctrinada y falta de juicio propio: todos viven felizmente anestesiados y creen tener una existencia perfecta, maravillosa, ignorando su falta de libertad y humanidad. Del 13 al 15 de diciembre.

En Tiempo, conviven dos propuestas, dos solos, muy diferentes en su forma y su fondo. Se articulan y llegan a conformar una propuesta que dialoga precisamente sobre este concepto, sobre el cambio constante, sobre la necesidad de ser, de comprender. Podrá verse entre el 20 y el 22 de diciembre.

Kausto pone fin al ciclo Diciembre en danza los días 26, 27, 28 y 29. Sara Sánchez dirige el drama de Jon Sistiaga en torno a la barbarie de los genocidios y sombra que se cierne alrededor del olvido: “la historia no se repite, pero puede rimar. Pronto no quedarán testigos oculares y su mayor miedo es que el mundo termine olvidándose de lo que supuso el mayor genocidio de la historia. Para evitarlo, sus historias deben ser transmitidas”.

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