George Orwell, además de escritor, cronista y crítico literario, fue representante de las fuerzas del orden colonial en Birmania, defendió en las trincheras a la II República española, se batió sin piedad con las ideologías totalitarias de entonces (estalinismo, nazismo) y durante la Segunda Guerra Mundial fue miembro de la Home Guard, donde recibió la Medalla de la Defensa.
Admiraba a Dickens, Melville y Jonathan Swift. Se decía influido por el estilo de Somerset Maugham y Jack London. Aunque escribió numerosos ensayos, artículos periodísticos y novelas de muy diversa índole, es mundialmente conocido por Rebelión en la granja y 1984. Esta última tan citada por los tertulianos patrios que a veces satura. No la novela, obviamente, sino sus citadores. Claro que el inquietante horror que Orwell describió parece haberse hecho realidad. No sólo en engendros televisivos deplorables, sino en las diversas ideologías extremistas que de un tiempo a esta parte proliferan como los caracoles en otoño.
Prescindiendo de cualquiera de ellas, Carlos Martínez-Abarca sube a las tablas del Teatro Galileo de Madrid una versión de la amenaza totalitaria ambientada en pleno siglo XXI. Una bota aplastando una cara humana…eternamente. Eso es el futuro. Eso es 1984. Solo existe el control del Partido sobre toda la sociedad: el Hermano Mayor vigila cada movimiento. La tecnología, la manipulación asfixian cualquier resquicio de libertad. El pensamiento, el amor, el sexo y cualquier recuerdo son actividades que han de ser controladas, aun a costa de las más atroces torturas.
¿Sería posible hoy un 1984? No todo es tan trágico. El director madrileño deja algo más que un resquicio abierto a la esperanza. Pese a la tecnología —más que suficiente y mucho más potente que la que Orwell fue capaz de imaginar— capaz de controlar hasta el último movimiento de cualquier ciudadano; pese a la inmensa habilidad del Estado y de los medios para manipular el pensamiento, Martínez-Abarca no pierde la fe en el poder del ser humano para rebelarse contra el totalitarismo.
Winston nos relata su experiencia a través del diario que ha decidido escribir en acto de rebeldía contra el pensamiento impuesto por el Partido, explica el dramaturgo. Y lo hace a través de cuatro actores —Alberto Berzal, Luis Rallo, José Luis Santar y Cristina Arranz— que interpretan al protagonista orwelliano, Julia, O´Brien y toda la constelación de personajes que pueblan el mundo de 1984. Una puesta en escena retro-futurista intensifica aún más el ambiente asfixiante impuesto por el “gran hermano”, al tiempo que refleja la realidad tecnológica actual.
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Del 17 de octubre al 25 de noviembre 2018. Miércoles a sábados: 20:00 h. Domingos: 19:00 h. Duración aproximada: 105 minutos. Teatro Galileo (Madrid).
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