Classical

Ocho piezas clásicas del nacionalismo europeo

El nacionalismo musical se desarrolló en todos los géneros musicales y en todos los países cuya música, hasta entonces, no se había hecho oir.

Quien pudiera temer, que no tema. Cuando aquí hablamos de nacionalismo hacemos referencia a una corriente musical surgida a mediados del siglo XIX que defendía la inspiración de los compositores en las raíces populares de sus respectivos paises. Aunque esta idea también caracterizaba a gran parte de la música romántica alemana, francesa e italiana de los siglo XIX y XX, el que denominamos nacionalismo musical es un fenómeno que se da en las naciones periféricas europeas, aquellas que no había tenido relevancia musical entre las potencias hegemónicas y que ahora tratan de rechazar el dominio de los estilos internacionales, especialmente el alemán.

El nacionalismo se desarrolló en todos los géneros musicales, desde la simple canción hasta la ópera y la sinfonía, pasando por el sólo instrumental, algo que queda muy presente en esta colección de temas. En todos, el esquema a seguir era similar: el compositor hacía de su obra una expresión de rasgos nacionales y étnicos recurriendo a melodías y ritmos populares y escogiendo como temas escenas de la historia o de la vida de su tierra natal. Parece ser que esta concepción estética fue impulsada por el jesuita, matemático, filósofo y musicólogo español Antonio Exímeno. Exímeno, que fue llamado el Newton de la música por haber establecido un nuevo sistema musical que rectificaba a los de Tartini, Euler, Rameau y D'Alembert, era de la opinión de que es sobre la base del canto nacional que cada pueblo debe construir su sistema. Años más tarde, Glinka diría algo parecido después de estrenar su ópera La vida por el Zar: es el pueblo el que inventa la música. Los músicos, sólo la arreglamos.

Es precisamente en Rusia con la figura de Glinka donde se desarrolló en nacionalismo en primer lugar, legado que dejó el llamado Grupo de los Cinco. Después vinieron todos los demás, de los que hoy tomamos como ejemplo a Smetana y Dvorak en Checoslovaquia, Sibelius en Finlandia, Bartok en Hungría, Grieg en Noruega, Vaugham Williams en Inglaterra y Barbieri en España. Y aunque el nacionalismo se sitúe en los albores de la contemporaneidad, no debemos olvidar a compositores anteriores como Chopin que en ocasiones se sentía nacionalista.