Classical

La fanfarria de Copland para el hombre corriente

De las dieciocho encargadas por Goossens, la de Copland es la única fanfarria que no ha pasado al olvido.

La fanfarria es una pieza musical generalmente corta que se interpreta al principio de una ceremonia. Históricamente, anunciaban la llegada de la realeza, y aún hoy continúan utilizándose en muchos eventos, como homenaje a destacadas personalidades. El origen del término es desconocido, aunque las piezas más antiguas que se conocen se remontan al siglo XIV, en Francia. El sonido límpido de la percusión y los instrumentos de viento, que tocan melodías rápidas y rítmicas, suelen provocar sentimientos positivos en quien escucha.

Aaron Copland compuso su brillante Fanfare for the Common Man en 1942 a raíz de un encargo del director de orquesta británico Eugene Goossens – por entonces titular de la Orquesta Sinfónica de Cincinnati- con el objetivo de homenajear a los combatientes aliados en la Segunda Guerra Mundial. En realidad, el encargo fueron 18 fanfarrias a otros tantos compositores norteamericanos con las que comenzar cada uno de los conciertos de la Orquesta Sinfónica de Cincinatti en la temporada 1942-1943, aunque la de Copland es prácticamente la única que se ha mantenido en el repertorio. Además ha sido objeto de varias versiones, como la realizada en 1977 por Emerson, Lake & Palmer.

Según parece, Copland se inspiró en parte en el impactante discurso que el demócrata Henry Wallace, el entonces vicepresidente de Estados Unidos con Roosevelt, pronunció en mayo de aquel mismo año titulado El siglo del hombre común. Wallace provocó un gran revuelo al afirmar a mitad de su discurso que el siglo que se iniciaría al finalizar la guerra no sería conocido como el siglo norteamericano, como muchos sugerían, sino como el siglo del hombre común y corriente, por lo que, para él, la victoria ante los nazis se convertiría en algo más que una victoria militar. Como era de esperar, terminó por ganarse toda la enemistad de los líderes de su propio partido.

Terminada la guerra, Copland adoptó la fanfarria como introducción al cuarto movimiento de su Tercera Sinfonía.