No tiene por qué ser domingo. O sí. Estamos acostumbrados a que los domingos sean días familiares, de paellas, platos de madre y recetas de abuela. Probablemente sea el día de la semana que más familias se reúnen delante de una mesa y, como consecuencia, más de uno se olvida de medir las cantidades. Porque es domingo, y los domingos, ¿qué importan esas cosas?
Pero, a pesar de que nada es comparable con volver a tu ciudad natal, por suerte hay lugares en los cuales uno puede llegar a sentirse como en casa. Restaurantes que cuidan la comida y miman las recetas, con ambientes tranquilos, auténticos y castizos que despiertan en nosotros sensaciones hogareñas que nos transmiten buenas vibraciones.
Wilbran es un restaurante cuya carta está compuesta por platos de toda la vida. La tortilla de patata no podía faltar, al igual que el rabo de toro con patatas fritas, la ensaladilla, las croquetas o las almejas a la marinera, pero también sugerencias tan apetecibles como unos huevos mollet sobre puré de patata, una musaka de berenjena y ternera o un bacalao gratinado con alioli sobre verduras y mermelada de tomate.
Todo esto en el número 19 de la calle Orellana, junto a la madrileña Castellana y la parada de metro de Colón, en pleno centro de la capital. Y en un espacio que invita a sentarse y alargar las comidas o cenas con agradables sobremesas. Entre azulejos, mesas de madera, taburetes de colores y algún que otro espejo, uno puede elegir el sitio en el que sentarse para degustar cualquiera de sus propuestas.
Una barra de madera y mármol es la protagonista de este restaurante cuyo nombre puede sugerir que en él encontraremos cocina internacional, pero nada más entrar uno se da cuenta de que en sus fogones se elaboran platos familiares y con tradición.
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