Un estudio de arquitectura que desprende olor a galleta y a magdalena recién horneada. Eso es La Traviesa de Conde Duque, el lugar en el que Elisa Fernández instaló su oficina e implantó, casi sin quererlo, un concepto que está causando sensación en Malasaña.
Este "arquibar", así lo llaman, desprende encanto dentro y fuera de sus paredes. No en vano desde que Elisa se hizo con él ya atraía las miradas de paseantes y vecinos que oteaban el coqueto interior a través de sus grandes ventanales. “Más de uno se me colaba y pedía un café”, cuenta ella misma.
La solución estaba clara: ¿Y por qué no servirlo? Elisa y su compañera Ana se asociaron con Juan Aragón, actor, cocinero y ciudadano del mundo, para ofrecer a todo el que quisiera exquisitos platos caseros hechos día tras día, repostería artesana, buenos cócteles e, incluso, una cerveza propia que luce con orgullo en la etiqueta el nombre del negocio: La Traviesa.
A modo de salón de té inglés y con un gusto exquisito La Traviesa hace que uno reviva las meriendas en casa de la abuela, esas tardes de enormes magdalenas empapadas en un chocolate servido en fina porcelana. La variedad de tartas y bizcochos sacia la vista y el apetito, como lo hace su carta diaria, mediterráneamente ligera y exquisita.
El momento ideal para visitar este travieso Arquibar es a mediodía los fines de semana, cuando descubren todo lo anterior y lo funden en un delicioso brunch.
Dulces caseros acompañados de diferentes mermeladas y frutas se conjugan con un variado de panes para maridar con humus, patés, salmón o tomatitos deshidratados. Tras esto, Juan saca su arte y ofrece una selección de originales tortillas con ingredientes como la pera o el queso roquefort y a las que se puede hacer hueco disfrutando de unos sorbos de buen café, limonada, un par de páginas de la prensa y una banda sonora de fondo como si de los años 30 se tratase.
Como toda travesura, no hay quien se resista a cometerla de vez en cuando.
Galería de imágenes
-
1
-
2
-
3
-
4
-
5
-
6