Restaurantes

Toda la gastronomía francesa, bajo el mismo techo

Les Grands Buffets es un concepto diferente de restaurante. Allí se puede probar cualquier platillo típico de la alta cocina francesa.

Narbonne, en el sur de Francia, fue la ciudad elegida por Louis Privat para abrir en 1989 un negocio que ha revolucionado el modo de entender la alta cocina francesa. Se trata de Les Grands Buffets, un gran restaurante con capacidad para 500 comensales en el que es posible elegir prácticamente cualquier plato que aparezca en el listado de 'clásicos galos'.

Olvide el concepto de buffet que tenemos en España. El concepto parte de él, pero aquí no hay bandejas de comida a granel elaborada con prisa y sin mimo. Al contrario, se trata de un espacio en el que, precisamente por lo delicado de la mayoría de los platos que se sirven, se necesita de una gran barra para la parrilla, con seis personas cocinando al momento lo que cada comensal necesite, así como numerosas isletas con pequeñas cazuelas en las que servirse Ratatouille, pichón en salsa, champiñones salteados... Las cuales, al ser pequeñas, son cambiadas con muchísima frecuencia.

Hablar de cocina francesa clásica es hacerlo de quesos. Aquí hay una sección con cinco mostradores en lo que es el mayor buffet de quesos de Europa, algunos de ellos exclusivos. Gorgonzola cremoso, la gama completa de Roquefrot Papillon, parmesanos gigantes, los de productores pequeños de la región... No falta ni uno. Como tampoco en la barra de patés. Antes de llegar, seguro que no sabías que había tantísimos tipos, uno de ellos presentado en minicazuelas, con una preparación que recuerda a la de la crema catalana.

Uno de los productos que más éxito tienen son las ostras, que aquí se sirven frescas, junto a otros mariscos. Las de Gruissan son las preferidas, por encima de los langostinos, los ahumados... Aunque luego, en la parrilla, son muchos los que se deciden por el bogavante o la langosta. Allí, por cierto, también hay buenos trozos de carne, costillas, magret de pato...

Y los golosos tienen aquí un paraíso. Los clásicos de la pastelería francesa (macarons, milhojas, cannelés, eclairs...) y más. Hay más de 100 postres diferentes, una fuente de chocolate, tartas de todo tipo, barra de helados y gofres... Es imposible decidirse por uno u otro. La zona de postres es abrumadora.

Con un ticket medio de 30 € (hay que añadir la bebida, cuenta con una cava de 70 etiquetas, a precios casi de coste, muy inferiores a los de tienda), es uno de los establecimientos más afamados del Languedoc-Roussillon. De hecho, su relación con el vino es exquisita, con una clara vocación por dar fama a los de la propia tierra (hasta el punto de ser modelo de negocio para estudios de posgrado como los de la Universidad Abat Oliba CEU de Cataluña).

Un templo gastronómico que, sin duda, hará las delicias de los más gourmets y acabará con tabúes sobre lo que es o no un buffet. Calidad por encima de todo.

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