El frío y la lluvia no solo propician los planes caseros de manta y sofá. El otoño, de hecho, y los primeros aguaceros traen la oportunidad perfecta para sumergirse, al aire libre, en el apasionante mundo de la micología.
Setas. Las hay de decenas de variedades, formas y colores. Sus sabores difieren de una variedad a otra, sus matices complementan y aportan el punto ideal a excelentes platos que saben a noviembre, sus texturas bordan recetas que se tornan inolvidables a los ojos y al paladar.
Trompetas de la muerte, amarillas, níscalos, boletus... La lista es interminable. Salir a buscarlas es un placer pero, para los más perezosos, muchos restaurantes nos ahorran el esfuerzo y las sirven directamente sobre el plato.
Son cientos. La mayoría. Aquí va una selección de seis, tres en Barcelona (I Buoni Amici, Topik y Bardot) y tres en Madrid (Rooster, El Cielo de Urrechu y MEATing) para dar buena cuenta del producto estrella de la antesala invernal.
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