Restaurantes

Los 6 restaurantes más románticos de Barcelona

Los restaurantes para conquistar y que conquistan

Para seducir a tu pareja es muy importante el factor sorpresa, en cualquiera de estos restaurantes podrás sorprenderla:

El restaurante que corona la torre del Teleférico del Port Vell , diseñado por Carles Buigas y construido en 1929, con motivo de la Exposición Universal de Barcelona es el Torre d'Alta Mar. En 1996 se restauró el teleférico y en el 2002 los hermanos Carlos y Oscar Manresa, líderes en la Restauración Barcelonesa, convirtieron esta atalaya en uno de los más bonitos restaurantes de la capital catalana, donde sirven exquisiteces de la cocina tradicional mediterránea.

Un espacio de diseño vanguardista, de interiorismo cuidado y ambiente cosmopolita. Torre d'Alta Mar ofrece una carta especializada en pescados y carnes nobles, verduras del huerto y, en general, productos de primera calidad (caviar, trufa, setas, ...).

Con encanto, pero más informal está el Fragments Cafè, un agradable restaurante del barrio de Les Corts que se encuentra en una antigua casa que antaño había servido como bar de copas para la gente de la zona. Ideal tanto para unas tapas como para una comida tranquila, el restaurante dispone de una terraza ajardinada que resulta una verdadera delicia cuando hace buen tiempo.

Junto a una cerveza, un vinito o un vermut Izaguirre puedes pedirte el aperitivo Fragments Cafè (taco de salmón preparado, croquetas, boquerones, gorgonzola, pimiento relleno picante y ensaladilla), unas patatas bravas, o explorar el resto de la carta, que sin ser para paladares muy exigentes y rebuscados es agradable y complaciente para cenar y pasarlo bien.

El restaurante Gut se encuentra en pleno barrio de Gràcia, un espacio diseñado a conciencia y creado por un grupo de amigos, que aportaron cada uno su propia experiencia profesional, uniendo sus conocimientos y sobre todo sus ilusiones, buscando dar un buen servicio y ofrecer los mejores productos del mercado.

Ofrece cocina mediterránea, pero en su carta también tienen cabida platos internacionales y vegetarianos, con una elaboración totalmente casera, donde se busca, entre buena música que los comensales disfruten con los cinco sentidos, descubriendo nuevos sabores, texturas y sensaciones.

Otro restaurante, este situado en el bario Gótico de Barcelona, es el Pla. Nace en febrero de 1998, en una calle escondida pero fácil de encontrar, en un ambiente tocado por el fuego de las velas y el sonido de la música adecuada para cada momento, fruto de la necesidad de encontrar un lugar cálido, íntimo y acogedor, con una cocina de expresión mediterránea pero sin olvidar los recursos de otras culturas.

Con un servicio joven y desenfadado, y con un menú activo donde las ensaladas, la carne, el pescado y las opciones vegetarianas dan forma a una carta que se renueva constantemente y donde se hace difícil escoger el plato que más te gusta.

Con mucho encanto, pero informal está el Bohèmic, un pequeño bistrot en el que el joven chef Francesc Gimeno, con la ayuda de sus padres y hermana, presenta una impecable cocina de doble cara a base de tapas y medias raciones. Por un lado, el restaurante rinde homenaje a la más pura tradición, mientras que, por otro lado, se entrega en cuerpo y alma a la cocina contemporánea con resultados sublimes, sirviendo desde unos chipirones a un micuit en carpacio de buey con espuma de manzana.

En un diferente concepto a los anteriores, tenemos el restaurante Indochine Ly Leao, la oferta asiática por excelencia en Barcelona, se encuentra en este local de casi 1000 metros con una escenografía espectacular en la que confluyen la rusticidad de la madera, el metal, la tierra, el fuego y la vegetación en contraste con la modernidad de su espacio de cocina, donde Ly se esfuerza por preparar platos del sureste asiático con un estilo propio, recetas modernas siguiendo los métodos más tradicionales, rodeados los comensales de cascadas de agua, rocas, orquídeas, plantas exóticas, mesas de palo rosa, bambúes, parqué de teca indonesia, tallas de madera y hasta una barra de tamarindo, objetos con los que viste de exuberancia sus sugerentes especialidades.

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