Ya lo dijo George Bernard Shaw, “no hay amor más sincero que el que se siente por la comida”. El escritor irlandés sentía debilidad por la gastronomía, eso está claro. Y además de haber ganado el Premio Nobel de Literatura en 1925 y el Óscar en la categoría de Mejor Guion en el año 1938, era consciente de que en ocasiones el mejor premio que a uno le pueden dar es un plato bien preparado.
Si Bernard Shaw hubiera vivido en otra época y en Madrid, probablemente alguien le hubiera recomendado que se pasara por el número 3 de la calle Almagro. Y él hubiera preguntado el motivo y qué es lo que se iba a encontrar en esa dirección, como es lógico. Pues bien, allí está La Pilla, un restaurante en el que se preparan platos de cocina mediterránea con una clara influencia internacional. El artífice de este lugar es el chef Andy Bryson, quien apuesta por los platos de estilo informal y un horario ininterrumpido.
Todo ello en un local de dos plantas decorado con un toque divertido gracias a detalles como la colorida tapicería de sus sillas, los motivos florales y las lámparas sombrero, que logran crear un ambiente desenfadado. En la planta superior hay dos espacios de estilo industrial pero igual de acogedores gracias a una cálida iluminación, cómodos sofás de tela de saco y una barra de madera y ladrillo.
La Pilla destaca por sus propuestas llenas de sabor, perfectas para compartir. Como, por ejemplo, las patatas ratté con salsa brava, las berenjenas fritas con miel y salmorejo o las almejas a la parrilla con sofrito de ajo, cebolla o chile. Y también por una serie de platos que no querrás compartir con nadie como el tartar de atún rojo con vinagreta de chile, jengibre y aceite de sésamo, sus hamburguesas o su ceviche de corvina. A diario se puede saborear un menú de tres platos por 12,90 euros, mientras que los cócteles empiezan a aparecer en horario de afterwork o en las sobremesas que se alargan.
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