Como en casa. Ese es su lema y así es como uno se siente en La Dominga. Esta taberna malasañera huye de formalismos para presentarse sencilla y deliciosa, como uno de esos domingos familiares en torno a una buena mesa.
La Dominga lleva sello argentino, el de Micaela Geminiani y Pedro Natale, aunque su base es más bien española (por algo lleva siete años haciéndose un hueco en el corazón de Madrid y de los madrileños). Mantiene, no obstante, el toque del otro lado del charco como homenaje a sus orígenes. Raíces que, como las de todo argentino, pasan también irremediablemente por Italia.
¿En qué se materializan todas estas influencias? En una carta que hace la boca agua con propuestas como la ensalada de queso gorgonzola, nueces, peras y tomillo fresco o la panceta de cerdo asada con falso ceviche de ciruelas rojas, yuzu y salsa kimuchi. El buen hacer en la cocina ha conseguido que ya haya algunos platos emblemáticos como su famoso rabo de toro desmigado con puré de patatas al aroma de trufa o el vacío de ternera a la plancha o, como no, sus croquetas, ¡qué croquetas!
El apartado "fuera de carta" también merece una atención especial. El producto del día y de cada temporada hace aquí su aparición y suele estar delicioso. De cara al otoño no pueden faltar las setas, que en La Dominga preparan en un menú degustación de distintas variedades en muy diferentes elaboraciones, desde el crudo hasta el escabeche.
Esta nueva época no solo trae novedades a la propuesta gastronómica de la taberna. También al espacio en sí, que evoluciona con el tiempo y se llena de luz para hacer frente a la estación más gris. Maderas, colores amables y divertidos objetos culinarios rodean a los comensales y añaden calidez a este lugar, a este bar de antaño que se actualiza sin perder su esencia de casa de comidas.
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