No has estado en Vitoria-Gastéiz si no conoces el Toloño, dicen. Y de alguna manera es así. La capital de Álava combina historia, gastronomía, fiestas, ese saber divertirse entre generaciones, costumbres, tradiciones y bastante de innovación. Y el Toloño tiene todo esto.
Lo de la historia, es fácil. Están cumpliendo 20 años, pero no les pesan para nada. Al contrario, aquí la experiencia es un grado que se nota en el aprendizaje del manejo de sabores y texturas con el que trabaja Enrique Fuentes, el alma de su cocina, pero no en un ambiente de ayer. Para nada. Constantemente cambia, mejora y sigue avanzando.
Por ejemplo, por quinto año consecutivo El Toloño forma parte de la Guía Michelín dentro de los espacios recomendados en territorio alavés. Y no paran de cosechar premios con sus pintxos y cazuelas. No son sabores snobs, son pintxos sabrosos, descontracturados, sorprendentes.
Como el de huevos cocinados a baja temperatura con perretxikos en su crema, llamado "Irlandés de Perretxikos", campeón de Álava 2008 y representa de Vitoria como Capital Gastronómica 2014 en certámenes internacionales. El "Milhojas de habitas sobre pisto de verde", Campeón del País Vasco en 2006. El “Peperoncini” uno de los más solicitados en el Toloño, pimientos de un rojo furioso que parecen cerezas y tienen un twist ligeramente picante, rellenos de alcaparras, atún y aceitunas. Así como el “Háblame del mar Lumagorri” que combina pollo de caserío con cigalas, el "Erizo de mar en su hábitat”, el “Bric Frutos Mar” o sus "Huevo trufado” que cosechan premios y menciones por todo el País Vasco... que de pintxos lo saben todo.
El Toloño está ubicado estratégicamente al lado de la Plaza de la Virgen Blanca, en pleno casco antiguo, así que un recorrido turístico por la ciudad puede llevarte a degustar su menú de mediodía o preferir un alto en el camino y quedarte en la barra con tu vermut o tu pica, un zurito o un drink mientras sabores estas delicias en miniatura.
El salón es ideal para una comida más relajada o el lugar recomendado para juntarse con la cuadrilla en plan pintxo-pote, esa excusa victoriana de bebida-pintxo y charla, con un precio único. Eso sí, durante las fiestas de la ciudad y los fines de semana, el Toloño, además, se convierte en pub bailable y centro neurálgico de las buenas copas.
Pero claro, que uno regresa a casa y El Toloño se queda sólo en Instagram y en la memoria, a menos que pases por su espacio gourmet, Toloño Selección, y te lleves alguna de la exquisiteces de la zona o directamente una canasta o sus pintxos o reservando uno de sus cursos específicos, la perfecta excusa para volver.
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