Esto es como la receta de cierta bebida gaseosa. Hay tantos que han tratado de imitarla sin éxito que, al final, la apuesta segura es recurrir a la original aunque la intriga y las ganas de descifrarla nos corroan. Por suerte, ahora podemos disfrutarla en Madrid. No, está claro que no hablamos de la Coca Cola, si no de la deliciosa salsa Café de París del restaurante homónimo.
L'Entrecôte Café de París abrió sus puertas hace unos meses como sede del archiconocido local suizo y es el único en la capital española que rehuye de imitaciones y aproximaciones. La salsa que los Boubier crearan en 1930 como acompañamiento a la carne de buey y que se popularizó en el 26 de la Rue du Mont-Blanc lleva sello de autenticidad y llega cada semana al barrio de Salamanca. La acogida ha sido tal que hay que tomar vísperas con tiempo si se quiere ir a probarla.
La fórmula es sencilla. No la de la receta en sí, que es todo un enigma más allá de algunas hierbas y especias mezcladas con una base de mantequilla, si no la de lo que en este local puede degustarse. No hay nada más allá de un plat du jour que se sirve a lo largo de todo el día, muy al estilo bistró, y que consiste, como no, en un entrecote braseado bañado en la sabrosa salsa, derretida a fuego lento en la misma mesa. Acompañan patatas fritas caseras a doble cocción a voluntad del comensal y una pequeña ensalada verde como entrante.
Aunque pueda parecerlo, la salsa no está para maquillar nada. Tiene la sencilla función de hacer las delicias de la clientela y mezclar su rico sabor con el de unas piezas de buey igualmente deliciosas que se cocinan hasta en cinco puntos diferentes para servirse siempre perfectas.
Poco más. Apenas una serie de estupendos postres caseros para los que merece la pena dejar hueco, en especial si se trata las apetecibles tartas del día, y una selección de vinos a buen precio tan breve como remarcable.
"Muchas veces imitado, nunca igualado". Así se presenta L'Entrecôte Café de París y con ese halo de misterio y diversión llega a Madrid tras instalarse en Lausanne, Estocolmo o Dubai. Y así es, damos fe del resultado: Inimitable.
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