Restaurantes

Dani García en la cocina de las maravillas

El malagueño escribe en su dos estrellas Michelin, en el hotel Puente Romano, deliciosas historias con final feliz.

Dicen que cuando ya conoces el final de una historia, o cómo transcurre el cuento, es difícil que vuelvas a impresionarte. Lo bueno de Dani García es que, será por su capacidad de reinvención, siempre lo consigue.

Érase una vez, "once upon a time...", así comienza, como cualquier relato fascinante, la experiencia en su casa. Es la frase que arranca un nuevo menú inspirado en la fantasía (infantil y no tanto) y vertebrado en la imaginación de la Alicia de Lewis Carroll.

Para mostrar la magia de su cocina, Dani se sirve de un entorno igualmente idílico, rodeado del lujo y la sofisticación imperecedera del hotel Puente Romano de Marbella. Es la ubicación de este dos estrellas Michelin que conquista los sentidos y que atrapa como lo hacen las tramas bien contadas, y es que entrando aquí uno se siente de inmediato parte de una de ellas.

No en vano, la sala bien podría ser un bosque encantado, exótico y elegante. Al final del mismo nos sentaremos, realmente, a a la mesa del histriónico sombrerero loco y su cuadrilla a la que da vida, desde la inmensa cocina, el equipo del malagueño.

Allí se escriben libros que guardan en su interior platos como la magdalena de zanahoria o el "cómeme gula", que recibe al comensal con el exquisito sabor del caviar y la trufa, las virutas de un lapicero que conforman en realidad una propuesta con el foie en diferentes texturas y, por supuesto, tomates, en versión "nitro" y "no nitro", ficción y realidad que se dan la mano para recordarnos que lo que estamos viviendo no es solo un sueño, aunque lo parezca.

La interacción es clave. No somos meros espectadores, somos personajes y, momentos antes del desenlace, encontraremos sobre la mesa la llave secreta que nos llevará junto al chef, literalmente, a seguir descubriendo su mundo en creaciones como el chateubriand de cangrejo o caracola.

Fuegos artificiales. Llega un final de color y sabor, de celebración. Globos de los que penden casas voladoras, mignardises que nacen de gigantescas teteras vivientes... Despertamos con un final feliz, como el de cualquier cuento que se precie. Aunque, en realidad, seguiremos soñando. La cocina de Dani permanece en el recuerdo. Su sabor perdura. Por algo es magia y maravilla.

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